martes, octubre 10, 2006

La Hora Porno o Más Pelos y Menos Mano



Bueno, pues al haber encontrado tiempo para publicar algo, he aquí un tema por varios conocido y que ha de contrastar con el anterior publicado... ¡Disfruten!


"Vide cortuum = Mira tu corazón"
Dante Alighieri

La pornografía es hoy un fenómeno que podría reclamar para sí todos los derechos de una expresión cultural, incluso de un patrimonio de la humanidad: ¿quién será el primero que se atreva a decir que nunca ha visto o incluso sentido curiosidad por ojear algunas páginas de pornografía? ¿O acaso a afirmar de alguna u otra forma que no le atraen esos suculentos cuerpos femeninos, retocados por el maquillaje tanto físico como digital además de toda la sarta de cabrones por los que tuvieron que pasar para terminar haciendo lo mismo, pero frente a la cámara?

Es evidente que la cultura de la pornografía ha llegado para quedarse, más que para quedarse, para satisfacer a un mercado.

Los muy heavy’s habrán de gustar del sadomasoquismo entre otras prácticas en donde el cuero y el metal sean los complementos que el cuerpo ha de lucir para provocar sensaciones, en donde la humillación y el dolor han de conformar un mood excitante, en donde cada expresión de dolor ha de ser valorada como un Picasso en su deformación.

Por otra parte, existirán los tímidos, incluso los cursis que han de buscar la imagen de un cuerpo tímido, que apenas ha de asomarse tras la ropa. ¡Nuca querer ver más de dos senos que osen salir de la púdica tela que los resguarda –el término chichis o tetas pertenece a otras categorías-, y aun menos una vagina que tendrá que ser sólo insinuada por los vellos (¿bellos?) púbicos, nunca mostrada en su húmeda plenitud -si se me permite la expresión! Cuerpos limpios y adornados por ropa ligera pero no mucho, mostrando piel pero no tanta.

Después habría que mencionar a esos seres cuyo placer reside en la forma de un pie, en la distinción de un tacón o incluso en la trasgresión de la milenaria distinción entre el hombre y los animales. Oh oscuros seductores que se alejan del estándar, que prefieren un goce propio, tan propio que parecería parcial. Para éstos personajes el placer tiene una imagen definida, casi abstraída: para ellos el placer tendrá sólo la imagen que ellos le otorguen, señores del placer.

Si bien mi clasificación es obscena, es bien claro que todos han de participar en mayor o menor grado de algunas de ellas. Ya sea una mujercita cuyo semblante se muestre tímido y juvenil pero cuyo cuerpo frágil pero generoso se muestre ataviado de un precioso traje de piel; ya sea la mujer cuya faz no ha de hacernos dudar acerca del posible kilometraje recorrido, pero que vistiendo un lindo traje de porrista nos hace a la vez olvidar –pues al parecer en eso se basa la experiencia del placer; o incluso si la sola presencia de un rasgo o vestimenta nos invita a participar de más en dicha imagen, hemos caído presas de nuestra fantasía y por este medio entrado al mundo del morbo, ese freno y a la vez incitador del placer.

Pero entonces, ¿qué pasa con la pornografía? Podría acaso reformularse una máxima conocida, por ésta: “Dime qué porno ves y te diré quién eres”. Estoy casi seguro de que la pornografía que se llegue a encontrar en la computadora de un cuate, por ejemplo, ha de encajar de forma perfecta con su manera de ser... Pero estamos llegando a otros territorios.

La pornografía, como lo mencioné en un principio, parece haber evolucionado para llegar a ser uno de los grandes mercados en el mundo. ¿Pero qué es lo que vende, además de chichis y puchas –si se me permite la expresión? ¿A caso, y como lo dije en el párrafo anterior, “dime que porno ves y te diré quién eres”, no es un forma de ser a través de la pornografía, como también lo es la música, la ropa, los libros, los programas de televisión, la preferencia política?

Incluso, ¿en qué momento pasó la pornografía de ser un tema tabú a un tema de preferencias y de gustos?

La pornografía, al pasar de la sombra a la luz del mercado e incluso a la versatilidad para satisfacer demandas ha dejado de ser un tema prohibido para pasar a ser –si no ahora, sí con el tiempo- un tema que habrá de servir para romper el hielo, para ligar: “-Hola, ¿cómo te llamas? –Yo, Chuchita. ¿Y tú? –Yo Chuchito... Oye ¿y te gusta el vintage o el soft? –Pues la verdad me gusta más el hard combinado con un poco de vampirismo -¡Qué chido! Y yo que pensé que eras bien fresa...”

3 Comments:

Blogger Carlos Fausto said...

Creo que en verdad el hecho de que alguien haga referencia a una foto porno, me dice más de él que de la propia foto; los prejuicios y las manias morales son un cuchillo de dos filos, o en otras palabras, una doble moral...

7:50 p.m.  
Blogger Carlos Fausto said...

Esta es una de esas ocasiones en que las palabras son muy parecidas a lo que queremos decir pero no son más que el esfuerzo de ello.

Mi comentario jamás fue una crítica a tu post, muy al contrario concuerdo en muchos puntos como en el de la mercantilización de la pornografía; basta recordar que el éxito de Internet y de otras redes mundiales (el caso de Francia) de telecomunicación ha sido con base de la explotación y consumo de la pornografía.

Perdón si mis palabras han sido confusas, pero recordemos que aquello que se dice es unas veces tan parecido y otras veces tan radicalmente diferente aquello que nos da por escuchar.

7:28 p.m.  
Blogger Carlos Fausto said...

Sólo quise decir que la moralidad 'local' es la que nos brinda la categoría de lo pornográfico en nuestros sistemas de pensamiento. En otras palabras, lo que para mi es pornografía para alguien más sólo seria una expresión de arte y viceversa.

7:32 p.m.  

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