De la falsa retórica y la distinción de la razón y lo razonable (sofismo fantasma)
La historia es siempre dependiente del proceso mental de asimilación perceptiva; se individualiza y se particulariza el mundo dependiendo del razonamiento y el contexto en que se lleva a cabo.
La percepción de cualquier suceso es influida por la comunicación y las partes involucradas, el medio, el momento, el lenguaje, la instrucción previa del perceptor y el razonamiento que éste lleve a cabo. Se debe tomar en cuenta el estado emocional del sujeto, influyendo esto en el pensamiento, pensamiento que vuelve “real” lo percibido. El pasar de lo percibido por el proceso del pensamiento, siendo aceptado por las estructuras mentales, es lo que llamamos razonamiento; el juicio que sufre el entorno al ser permitido o ser considerado “viable”, se convierte en algo razonable. Y lo razonable es relativo. La razón no es infalible para desgracia de la ilustración.
Para explicarme mejor un burdo ejemplo puede ayudar: la manipulación de las leyes; sabemos que los asuntos se pueden “considerar legales” a través de un uso amañado e interpretación particular de las leyes, convirtiendo en razonable el no castigo de un delito, un sofismo legal. Es similar al aplicarlo al razonamiento; al amañar el pensamiento, amoldando al perceptor a lo que se quiere transmitir, logrando una interpretación “razonable” (una aceptación para que el concepto entre al templo del pensamiento), se logra volver “verdad” para el individuo un concepto o suceso que no necesariamente lo es. No todo lo legal es justo. No todo lo razonable es verdadero. Todo está sujeto a interpretaciones. Es donde surge la amenaza del fantasma del sofismo.
Sufrimos una crisis histórica que polariza al mundo, ya no sólo por condiciones referentes a cuestiones materiales, sino manifestada en el pensamiento y en el razonar actual. Como Ortega y Gasset expone en su planteamiento de las crisis históricas de “En torno a Galileo”, el temor que generan éstas hace que, por una parte, se adopten nuevas doctrinas que ponen en jaque lo anteriormente aceptado, y por otro lado, genera en ciertos sectores sociales un aferramiento a lo tradicional y a lo que conocen, un temor por lo que no les es razonable, cuando paradójicamente, el aferrarse a lo conocido es lo verdaderamente irracional; la convencionalmente llamada “locura” es la solución.
La percepción de cualquier suceso es influida por la comunicación y las partes involucradas, el medio, el momento, el lenguaje, la instrucción previa del perceptor y el razonamiento que éste lleve a cabo. Se debe tomar en cuenta el estado emocional del sujeto, influyendo esto en el pensamiento, pensamiento que vuelve “real” lo percibido. El pasar de lo percibido por el proceso del pensamiento, siendo aceptado por las estructuras mentales, es lo que llamamos razonamiento; el juicio que sufre el entorno al ser permitido o ser considerado “viable”, se convierte en algo razonable. Y lo razonable es relativo. La razón no es infalible para desgracia de la ilustración.
Para explicarme mejor un burdo ejemplo puede ayudar: la manipulación de las leyes; sabemos que los asuntos se pueden “considerar legales” a través de un uso amañado e interpretación particular de las leyes, convirtiendo en razonable el no castigo de un delito, un sofismo legal. Es similar al aplicarlo al razonamiento; al amañar el pensamiento, amoldando al perceptor a lo que se quiere transmitir, logrando una interpretación “razonable” (una aceptación para que el concepto entre al templo del pensamiento), se logra volver “verdad” para el individuo un concepto o suceso que no necesariamente lo es. No todo lo legal es justo. No todo lo razonable es verdadero. Todo está sujeto a interpretaciones. Es donde surge la amenaza del fantasma del sofismo.
Sufrimos una crisis histórica que polariza al mundo, ya no sólo por condiciones referentes a cuestiones materiales, sino manifestada en el pensamiento y en el razonar actual. Como Ortega y Gasset expone en su planteamiento de las crisis históricas de “En torno a Galileo”, el temor que generan éstas hace que, por una parte, se adopten nuevas doctrinas que ponen en jaque lo anteriormente aceptado, y por otro lado, genera en ciertos sectores sociales un aferramiento a lo tradicional y a lo que conocen, un temor por lo que no les es razonable, cuando paradójicamente, el aferrarse a lo conocido es lo verdaderamente irracional; la convencionalmente llamada “locura” es la solución.
“En sazón de crisis, predicar cosas razonables es gana de perder la
partida.”
-------------- José Ortega y Gasset
La mente humana ha resultado, por lo menos históricamente, altamente manipulable y muy fácil de asustar; el miedo es la mejor forma de manipular, y nada hay más tenebroso que un cambio. Es cuando el pensamiento, y los procesos cerebrales, adquieren atributos y posturas políticas manifestándose como conservadurismo y liberalismo racional. (Crápula patidifusamente paradójica se convierte lo escrito.)
Paradójico es esto pues, como brevemente expuse hace un par de párrafos, las cosas convencionalmente irracionales amenazan los privilegios del pensamiento conservador, pero (válgame) lo convencional se vuelve (metaparadojicamente) irracional. El pensamiento liberal (considerado irracional por el conservador) se vuelve lo correcto; el conservadurismo (derecha en el eje político) se vuelve sofismo para sobrevivir y el liberalismo (izquierda en el eje político) en razón.
En México lo vivimos de una manera muy particular, y ejemplos sobran:
Derecha: “la elección la hicimos todos”
Me pregunto entonces: ¿Acaso la colectividad purifica los actos?
En eso se basa ese sofismo, resultando razonable a primer juicio pero siendo una terrible aberración pues el que mucha gente vote no exime a quienes manejan la institución encargada del conteo y manejo de la elección de la realización de un fraude. Para sobrevivir y mantener la idea de que todo fue pulcro, el PAN mediante un sofismo respalda su posición.
Hay que pensar.
Izquierda: “la elección la hicimos todos, el fraude unos cuantos.”
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home