martes, marzo 06, 2007

Crónica del perro que era microbus en una vida pasada.

Ante la monotonía --que no imposibilidad de comentar, pero sí de la ausencia de palabras para opinar de asuntos que son molestos-- posteo algo que sirve de catarsis y calentamiento para nuevos posts. Es que andamos oxidados.

Crónica del perro que era microbus en una vida pasada.

La finalidad de este relato no es hablar de reencarnación ni nada similar (lo mismo pero más barato), es simplemente narrar un hecho curioso, con aires de inminente tragedia, sobre un perro estopario (que no estepario) perdido en la zona de Rio Churubusco y Calzada de Tlalpan en el Distrito Federal. Sucedió la semana pasada, alrededor de las 13:30.

Desconozco cuanto tiempo llevaba perdido el pequeño perro, (desconozco inclusive el sexo) quizás días, quizás horas, pero en fin, me encontraba con un amigo, bajando del puente peatonal que cruza Tlalpan cuando alcanzamos a ver, dentro de la misma cuadra, a un canino tipo french que caminaba rumbo a nosotros, volteando a ver a cada persona que pasaba, tratándolos de reconocer como su amo.

Pobre perro, pobre. Era evidente su extravío… sin embargo algo no era normal, pues a pesar de buscar en cada rostro el de su dueño, el estopario huía de las personas. Al mismo tiempo, una camioneta tipo SUV japonesa se detuvo (al parecer los pasajeros ya llevaban rato de haberse percatado de la situación del pobre animal) y del asiento del copiloto desciende una señora que quería agarrar al perro para que éste no estuviera en tan peligrosas avenidas, pero cada vez que ella se le acercaba, el perro se alejaba asustado. Mi amigo y yo sólo observábamos; el perro pasó junto a nosotros, también la señora que lo seguía.
Entonces fue, que ante tal escena y el desagrado que me provoca el sufrimiento canino, decidí ir también tras el perro junto con mi amigo.

Nos llevaban ventaja, se encontraban ya en la banqueta que da para Churubusco frente al Centro Nacional de las Artes. Cuando llegamos a donde la señora, el perro se encontraba en la orilla de la acera, casi en la lateral de la avenida. Me intenté acercar para agarrarlo pero éste brincó al pavimento justo cuando un Chevy Monza se incorporaba a la avenida, por lo que con señales y gritos logramos que el conductor detuviera el automóvil antes de atropellar al temerario (y temeroso) animal; habiéndose detenido el vehículo –acto acompañado de bocinazos de los automóviles que venían detrás— me dispuse a agarrar al canino, el cual lo único que hizo fue huir, acercándose a una jardinera que se encontraba entre la lateral de Churubusco y la salida del puente que cruza Tlalpan, para posteriormente volver al carril y sufrir otro conato de atropello que fue impedido en esta ocasión por la interposición del narrador entre el perro y un taxi. Estopario arrancó corriendo muy rápido, creando involuntariamente una caravana de coches tras él, para que después de recorrer unos 50 metros aproximadamente regresara a la banqueta ya lejos de nosotros.
Y ahí vamos de nuevo, la SUV escoltando, la señora que quedó atrás, mi amigo y yo viendo a lo lejos como otro buen samaritano intenta atrapar al perro logrando otra vez que se bajara de la banqueta. Y de nuevo detuve el tránsito; el animal se fue a otra jardinera, asustado. Fuimos tras él y éste se cruzaba por los carriles laterales sin importarle los automóviles (le temía a la gente pero no a los coches. Cual microbús, sólo que sin carrocería y pesando dos toneladas menos, desafiaba la lámina ajena). Se aproximaba lo más dramático.

Después de varias veces de estar a punto de ser atropellado, el perro llegó a la jardinera a la que se subió después del enfrenón del Chevy Monza y ahí fue donde mi amigo y yo decidimos emboscarlo, él de un lado y yo del otro para atraparlo. Al ver a mi amigo se movió inmediatamente y yo traté de llamar su atención fingiendo que tenía comida en la mano, sentándome en el pasto para ofrecérsela, desafortunadamente se arrancó corriendo… en esta ocasión hacia los carriles centrales de Rio Churubusco; no lo pude atrapar, debí haberlo atajado, pero me esperancé en que caería en el truco de acercarse a mi por la “comida”.

¡Automoviles amarrándose, cambio de carriles a discreción por parte del animal, conductores que fueron frenados por el perro persiguiéndolo en la avenida! Cláxones, desesperación, ¡un auto alcanza a golpear a otro! El temor del perro por la gente era tremendo, pero los automóviles no parecían asustarle en lo más mínimo, la suerte lo acompañaba, ya se había salvado de por lo menos 30 conatos de atropello, pero estúpidamente se metió abajo del puente donde sería más difícil atraparlo… desistimos.
Se nos hacía tarde para llegar a nuestro destino, el perro parecía tener complejo de transporte colectivo concesionado y sobretodo, ¡no nos íbamos a meter debajo del puente a arriesgar nuestras vidas por un perro con un severo deseo de muerte! Lo dejamos así, augurando su inminente destino.

Pobre perro, pobre. ¿Por qué le temía tanto a las personas?

Ya no supimos más de él. Lo más seguro es que haya muerto. Quizás alguien lo logro atrapar. Como sea quiero pensar que fue la segunda opción.

Después descubrí que muy cerca había una taquería donde vendían 5 tacos por ocho pesos. Ahora entiendo.

2 Comments:

Blogger Masteryoudas said...

Pobre perro... igualito q el destino de nuestro país, hay dos q tres almas caritativas (o al menos eso parecen) q lo quieren ayudar, pero él está empecinado en lanzarse por el barranco... q la suerte nos acompañe...

6:26 p.m.  
Blogger Masteryoudas said...

Pobre perro... igualito q el destino de nuestro país, hay dos q tres almas caritativas (o al menos eso parecen) q lo quieren ayudar, pero él está empecinado en lanzarse por el barranco... q la suerte nos acompañe...

6:26 p.m.  

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