martes, abril 20, 2010

Oh no, el presidente parece no saber lo que hace… desde hace tiempo... o lo que todos ya saben




La idea principal que nos movió a comenzar con éste blog fue el poder contribuir a la difusión de una línea de opinión que ofreciera otra panorámica de la situación del país, un poco antes de las elecciones del 2006. En esos momentos de antagonismo –no que haya cesado- y de jugarretas publicitarias a favor de uno de los candidatos y que desgraciadamente rindieron frutos, nuestra intención era contrarrestar esta influencia mediante algunas publicaciones. Con el tiempo esta intención se fue perdiendo y fue dando paso a otro tipo de publicaciones en las que ocasionalmente, y sobre todo por parte de Kronos, se mencionaba algún tema de la vida política del país o simplemente se intentaba alimentar la actitud crítica pero desde otras fuentes que, si bien llamarles indirectas no es del todo correcto, es cierto que esa búsqueda del frente a frente se diluyó con los ánimos, así como el tiempo hace con todo lo que a él se somete.

Yo, por mi parte, consideré que seguir la línea de la crítica política día con día no aportaba nada ya que, por más crítica que se haga, los acontecimientos ya se instauraban como lo que tendría que seguir siendo, es decir, que si algo tenía que ser hecho para lograr un cambio, no podía surgir de lo espontáneo sino que tendría que venir de un proceso que se viniera fundando como hechos que pudieran combatir, refutar y en algún punto suplantar los ya acontecidos. Justamente, parecería que la única forma de derrocar un acontecimiento, una historia, una imposición ya establecida no puede venir sino de una corriente que ya madura, tenga la fuerza para poder suceder.

Entonces, pues, me olvidé de la política. Claro, no es que haya dejado de informarme, pero justamente los acontecimientos me parecían ajenos a una práctica que al caer en polémica se negaba la posibilidad de planear y analizar.

Pero hoy, mientras escuchaba algunas noticias y recordaba otras, de pronto me sentí invadido por una sensación de angustia que me obligó a expresar lo que muchos ya sabían pero negaban, lo que otros niegan que exista y lo que todos, pero todos los que no estén cegados por algún tipo de fanatismo, es decir, cuya posición política no encuentre su soporte en la proposición “mejor este que el otro”, sin análisis de por medio, pueden sustentar sin ninguna dificultad. Esta clase de posición generalmente se expresa de esta forma en algún momento: “Éste es un inepto, un estúpido, pero lo prefiero” y después “¡Qué bueno que ya se va!”, sin ponerse a pensar en las razones que tenían para no haberlo hecho llegar. Claro, después, van a escoger a aquél que representa lo mismo que el predecesor, es decir, una promesa de lo mismo que sigue siendo tal por el simple pero paradójicamente confuso hecho de que nunca ha llegado a cumplirse. En fin, así las cosas, juicios de valor que uno no alcanza a comprender sino es por la promesa, al menos, de poder seguir igual: “No te preocupes, mientras yo me enriquezco, te voy a permitir a ti, oh persona más rica que yo o un poco menos que yo pero de todas formas rico, que mientras yo le robo a los demás tu sigas funcionando como has estado acostumbrado”

Ahora, después del absurdo anterior, los acontecimientos que me llamaron la atención de forma inusual y que a mi parecer no hacen sino mostrar lo que el título anuncia:

Primero, escucho que el estado de Arizona acaba de proponer una ley en la que se criminaliza el hecho de ser ilegal en ese estado, lo que le daría a la policía regular la posibilidad de detener ciudadanos sospechosos de tener aquella condición para que sean deportados, no sin que paguen una multa que iría de $500.00 a $2,000.00 dólares además de una condena en prisión. Esto se agrava por el hecho de que también se busca reforzar la zona mandando alrededor de 2,000 soldados a la frontera. Luego, pensar que esto es obvio, ya que el norte del país es realmente una zona de guerra fuera de control y cuyo posible futuro no augura sino más muertes pero nada de éxito para las fuerzas armadas nacionales. Esta guerra contra el narco evidentemente provoca que México sea visto como una zona de riesgo para la inversión tanto nacional como internacional, ya que justamente se está peleando en las zonas industriales más importantes del país… El país, que, por cierto, fuera del peligro de la violencia se encuentra en la pura inestabilidad social debido al desempleo, a los despidos y al alza de impuestos. Ahora, pensar que las remesas, que por cierto han decaído en los últimos años, y que aportan más dinero al país que toda la rama del turismo y sólo son superadas por los ingresos que se obtienen de la venta del petróleo, decaerán todavía más… El petróleo que, por cierto, sigue en peligro de caer en la privatización según un grupo de políticos e intelectuales, lo que nos dejaría con un nada de nada con el cual nos podamos posicionar frente al grueso de las naciones… Ahora, como si todo esto no fuera suficiente, uno se puede preguntar como ya lo han hecho varios, una simple pregunta respecto de la guerra contra el narco: ¿Por qué no se comenzó con una estrategia que primero mermara los recursos financiaros del narco, que además, nunca se han tomado por ser unos cuantos centavos? ¿Por qué realizar un ataque frontal sin haber sangrado al toro? Ahora, si por esto, se están cerrando las fronteras, con lo cual se afectarán las remesas, incrementando más la pobreza que terminará por acumularse hasta que no se tengan recursos y lleguemos finalmente a lo que todavía nos puede salvar… ¿tendré que decirlo? Lo dejo a los lectores… pero son tres palabras: V _ _ _ _ _ el P _ _ _ _ _ _ _.


Entonces, si se piensa un poco, es como si todo lo que se estuviera llevando a cabo por parte del gobierno federal (minúsculas adrede) hubiera estado planeado para llevar a la ruina al país o algo todavía más creíble, el presidente y sus allegados son una bola de imbéciles… Espero no parecer un tanto paranoico, pero los hechos nos muestran que todo acto que se postula como un beneficio para la nación termina siendo un rotundo fracaso.

Así, desgraciadamente, las cosas…