El Amo y el Esclavo
La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta.
-Lenin, a propósito del Capital-
Frecuentemente los movimientos sociales, para encausarse y hasta atrincherarse, se relacionan o terminan en las garras de la política. Y esto puede suceder de dos formas: o son acogidos o son reprimidos. Y aunque parezca tajante, el diálogo y la conciliación abren ya una posibilidad. ¿Pero qué ha de suceder a aquellos movimientos que, convencidos de sus intenciones, no han de ceder ante los regateos de un conciliador? En primer lugar, es sabido que el político lleva por delante la lengua y la espada por detrás.
A propósito de esto, sería interesante plantear la dialéctica del amo y del esclavo de Hegel como modelo para éste tipo de experiencia.
Esta dialéctica planteada por Hegel, de la que todo humano obtiene la experiencia del existir, la conciencia de un "yo", se resume en tres momentos: 1) dos amos, dos hombres, luchan a muerte para obtener el reconocimiento del otro; de este choque de voluntades, el vencedor ha de convertirse en el amo y de gozar del reconocimiento del esclavo, quien, a su vez, reconoce al amo pero no recibe el de este. 2) El amo, al ser asistido por el esclavo, se mantiene como tal sólo debido al reconocimiento del segundo; el esclavo, al realizar sus actividades, comienza a tener una conciencia de sí por medio de éstas. 3) El escalvo, conciente de sí mismo y de sus actividades, se subleva y el amo es muerto. El esclavo será un hombre conciente sí, pues no necesita del reconocimiento de otro.
Este planteamiento ilustra de forma clara las características que implica una revolución, que bien podría tomarse, aun cuando sea de forma ideal, como la toma de conciencia de los esclavos y la caída de los amos. Todavía, ilustra de forma sublime la situación de gobernantes y empresarios, amos perezosos, dormidos en sus laureles, que no se dan cuenta de que su existencia se basa en algo ajeno a sí mismos.
¿Pero qué pasaría este amo, un poco más inteligente, percibiera ésta posibilidad, y comenzara a, digamos, dar atole con el dedo para adormilar la conciencia de sí del escalvo; si el amo, astuto, concediera y retirara, reconociera y negara en otros niveles, en otros ámbitos, de forma indirecta?
¿Pero qué pasaría si el esclavo, después de cierto tiempo, advierte la carnada constante que el amo tiende?
No pretendo escribir más, pero termino parafraseando una frase de Ortega y Gassete:
"Si el pueblo no encuentra respuesta de parte del Estado y las instituciones, esperemos todo de la violencia y la injuria"
No caigamos en discursos moralistas que pretendan pretender que todo ha de prevalecer igual, no ceder ante la imposición de la ley frente a los derechos marginados, no confundir el reclamo con la desobediencia el crimen.
1 Comments:
Ubicar a el político en el lugar del amo es no ver al verdadero enemigo a vencer
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