"Furioso Pétalo de Sal"
Más delicado que la flor,
Granuloso resto de agua.
Estatua mineral de blanco aspecto,
polvo proclive al viento,
silencioso furor químico
esperando
tu elemento.
La sal, higroscópica
partícula, reclama
lo que se la ha despojado:
tan solo su acuidad perdida.
Curiosa formación del tiempo
que reclamas al sol lo arrebatado:
Nunca en su totalidad
lo tendrás.
Tristeza del salero y la mesa,
añoranza del estuario y del mar:
¡que te lleve el viento!
(¿Lo recuerdas?)
las olas!
(¿Las escuchas?)
Las piedras no lo pueden soportar.
Furiosa salinidad,
frágil pero bella,
restos de lo bello,
no parece ser
este
tu lugar.
La sal que sobre la piedra
cae,
la lluvia se la lleva.
Nunca, en rigor,
se acopla a ella.
Producto del magma,
telúrico venir a la existencia,
la piedra quieta está.
No pertenece al agua,
aún inmersa en ella.
No pertenece al viento,
por el atravesada, y
la sal, nunca le bastará.
Furioso pétalo de sal,
extraño haz de luz
que toca al infinito,
tu lugar no es aquí.
Has caído gota a gota,
estalactita que es residuo
-no más agua, fluir de-
sobre la piedra
que te soporta.
Es hora, sal, de buscar
tu elemento
y no esta roca
-flor marchita del tiempo
aunque ardiente por dentro-
que sabe del agua
el fluir,
pero no lo entiende
como porvenir.
Sal, tú,
que salvas
y envenenas,
ha llegado tu tiempo
de volver al mar.
Viva por el agua
y bella por
tus restos,
que reclaman,
su libertad.
Granuloso resto de agua.
Estatua mineral de blanco aspecto,
polvo proclive al viento,
silencioso furor químico
esperando
tu elemento.
La sal, higroscópica
partícula, reclama
lo que se la ha despojado:
tan solo su acuidad perdida.
Curiosa formación del tiempo
que reclamas al sol lo arrebatado:
Nunca en su totalidad
lo tendrás.
Tristeza del salero y la mesa,
añoranza del estuario y del mar:
¡que te lleve el viento!
(¿Lo recuerdas?)
las olas!
(¿Las escuchas?)
Las piedras no lo pueden soportar.
Furiosa salinidad,
frágil pero bella,
restos de lo bello,
no parece ser
este
tu lugar.
La sal que sobre la piedra
cae,
la lluvia se la lleva.
Nunca, en rigor,
se acopla a ella.
Producto del magma,
telúrico venir a la existencia,
la piedra quieta está.
No pertenece al agua,
aún inmersa en ella.
No pertenece al viento,
por el atravesada, y
la sal, nunca le bastará.
Furioso pétalo de sal,
extraño haz de luz
que toca al infinito,
tu lugar no es aquí.
Has caído gota a gota,
estalactita que es residuo
-no más agua, fluir de-
sobre la piedra
que te soporta.
Es hora, sal, de buscar
tu elemento
y no esta roca
-flor marchita del tiempo
aunque ardiente por dentro-
que sabe del agua
el fluir,
pero no lo entiende
como porvenir.
Sal, tú,
que salvas
y envenenas,
ha llegado tu tiempo
de volver al mar.
Viva por el agua
y bella por
tus restos,
que reclaman,
su libertad.