martes, abril 22, 2008

El PAN elogia a AMLO

En recientes fechas (checar la fecha de este post, para evitar excitación anacrónica), el PAN (Partido Revolucionario Institucional), a través de su brazo ultraderecho el Yunque (Mejor (Peor) Sociedad Mejor (Peor) Gobierno), lanzó un espot que desde su derechista punto de vista es un acumulado de elogios y comparaciones de AMLO con los próceres e ideologos más prominentes de la derecha: Hitler, Pinochet, Mussolini y Victoriano Huerta.
Se me hizo extraño desde un principio ¿Qué no son ellos personajes icónicos que representan los ideales de la derecha, ergo el PAN?, ¿Qué acaso Hitler, Pinochet, Mussolini y Victoriano Huerta no son los heroes y modelos a seguir de cualquier panista?, ¿Por qué habrían de comparar a AMLO con sus héroes?, y fue cuando pensé que tal vez no buscaban agredirlo como evidentemente parecía.

Uno podría engañarse y molestarse por esas comparaciones, pero hay que pensar (sic) como panista; es por eso que despues de ver el espot me doy cuenta que no es ninguna treta del PAN (Partido Popular Español) para calentar los ánimos y continuar con la guerra sucia que comenzaron en 2006. No. El PAN busca hacer las paces a su manera y por eso busca elogiar (muy, pero muy a su particular manera) a López Obrador.

También por eso es que el IFE, siempre atento y preocupado porque se cumpla la ley, pidió primero investigar (válgame) el espot pues supongo que cayeron en la misma confusión: ¿Lo están elogiando o agrediendo?

A mi en lo particular me molestaría que me compararan con esos deleznables personajes de la historia. Supongo que también a AMLO. Pero los panistas los admiran y adoran así que pensaron (ya sé que es una contradicción eso de juntar el término "panista" con el de "pensar") que lo hacían con las mejores intenciones.

viernes, abril 11, 2008

El Optimismo como Ideología

El optimismo, engendro de no se sabe qué demonios, ha encontrado desde hace ya algún tiempo un nido que le beneficia en la política, y no solo la mexicana, aún cuando en esta tenga sus particularidades.

Total, la idea para escribir éstas líneas surgió después de observar el mensaje de Calderón respecto de su iniciativa de reforma energética, palabra constantemente empleada junto con otros eufemismos como por ejemplo desarrollo social, bienestar para todos, etc., etc.

En fin, según recuerdo, el mensaje comenzó con un tono serio a pesar de la cara de pendejo de Calderón -en lo que sigue, trataré de contener mi léxico, y digo trataré porque en ocasiones, todo adjetivo denostador no puede eludir el llamado de las palabras de Calderón, subrayando las deficiencias del país y, sobre todo "Que el petróleo es y seguirá siendo de los mexicanos", estrategia retórica la de la repetición que, si se pone un poco de atención, no estriba más que en querer convencer... pero entonces, ¿para qué convencer?, para tratar de convencer, se tendría que suponer que algo trata de ser enmascarado... Decía pues, que Calderón mencionó algunos de los que sin duda son grandes problemas que aquejan a la paraestatal, pero después, en un viraje imprevisto y en mi opinión harto estúpido -que se note que estoy tratando-, nos dice que lo que sí se puede es solucionarlos con la reforma energética... Trato... Siguió, pues el discurso, que por cierto daba una gran cátedra de cómo no se debe de editar un video, por una parte, y por la otra, de la presumible constante intromisión de un director para dar credibilidad a su incesante entusiasmo: "¡Peloncito!, así no... Mira, enamórate de tu reforma, de tus ideas... Imagina que le haces el amor al pinche pueblo jodido y que además te va a dar las gracias". Así, envalentonado pero constantemente corregido en sus ademanes y entonación, decía, sale el chaparro a decir cosas como que de esta reforma depende el futuro de la educación y la desaparición -creo que apenas y exagero, si es que estoy errando en mi paráfrasis- de la pobreza en México, para terminar diciendo, como quien da un pilón o incentivo, optimismo chiquiteado, que cada mexicano recibirá cien pesos... Pues bueno, en esto punto ya no trato... ¿Qué se cree éste pendejo hijo de puta con su chingada sonrisa -¿de que sonreirá el hijo de puta, qué le habrán dicho para que sonría?- de su cagada, cuando todo lo que ha venido a prometer lo ha desbordado y no se ha dejado ver ni un ápice -entiéndase ni putas madres- de solución?

Así, al ver ayer el cartón de rocha en la jornada, no pude menos que concordar... El pendejo este que está en los Pinos prometió manos limpias, combate a la corrupción, empleo, mantener al economía y precios bajos... Falta creerle esta nueva derrochadora de optimismo y patriótica palabrería.

Entonces, esto se trataba del optimismo como ideología... Pues qué decir, o qué más decir... La experiencia me ha enseñado a no confiar en los optimistas, pues me hace pensar: para qué tanto despliegue de energía, o es inútil o algo aguarda destrás de la mascarada.

El optimismo como ideología e instaurado en la política es una práctica antigua. Pero, en la política mexicana actual, y podríamos llamar al pendejo chaparro optipendejo el padre de esta nueva versión, se basa en un sentimiento de concordia y solidaridad -ya sabemos lo que esta palabra nos puede llegar a ocasionar- en lugar de una campaña agresiva o asertiva: "Defenderé al peso como un perro"...

Me retiro, indignado por quienes hacen la estrategia, por el pendejo optimierda que las dice y por los optimierdistas pendejos que las creen...

Traté, en verdad, traté...

martes, abril 01, 2008

Uno de Krun, el infalible.

Krun, el infalible, era feliz. Todos en su trabajo lo miraban con asombro, muchos no podían quitarle la vista de encima, lo cual era de muy mala educación, y no es que sus compañeros de trabajo fueran “maleducados”, lo que pasa es que estaban atónitos ante ese rostro: el de una persona feliz. Krun, el infalible, siempre tenia embarrada en su rostro una sonrisa que literalmente iba de oreja a oreja, tan grande que era notoria la gran tensión en sus músculos faciales, sus ojos apenas los podía abrir, las venas saltaban en su frente y en algunas ocasiones se podía ver como se contraían al latir su corazón. Nunca paraba de reír, aunque el volumen de su risa era en ocasiones inaudible, a veces, este era tan alto que causaba disgusto y molestia entre quienes a su alrededor se encontrasen. Al ver su sombra, algún conocedor de la evolución del hombre podría jurar que Krun, el infalible, era un –Austrolopitecus- o algún otro tipo de homínido, debido a la jorobada forma de su silueta, siendo así porque siempre estaba doblado de la risa. La familia de Krun, el infalible, vivía muy lejos, por lo qué era imposible localizarla, y no sabían que desde hacía unos pocos meses Krun, el infalible, era feliz. No se conoce con exactitud que fue lo que convirtió a Krun, el infalible, en una persona feliz, pero eso sí, ni una mala noticia podría lograr que su rostro cambiara de semblante. Si señor, nadie puede negar que Krun, el infalible, era feliz. Y con esa sonrisa y con esas carcajadas y con esas venas saltadas, Krun, el infalible, todas las noches iba a dormir con el mismo pensamiento, diciéndose a si mismo: -mátenme, mátenme por favor-.