miércoles, julio 25, 2007

TRANSFORMERS... ¿Más de lo que ves?

El jueves pasado asistí al estreno de la ya mencionada película y, para variar, me resultó un tanto insulsa, insípida, de poca consistencia, en cuanto al argumento que se desarrolla. Eso sí, los efectos especiales son magníficos... pero con todo, no nos dejemos llevar por este gran logro de la película, pues peor estaría el asunto si las gráficas y efectos dejaran algo qué desear. Todavía más, y para contextualizar parte de ésta reseña crítica, tendría que decir que me molesta gastar dinero en películas malas, que soy poco tolerante a las demostraciones baratas y míticas de patriotismo gringo, mismo que no hace sino recordarnos que sus historia es la historia reciente de sus creaciones estereotípicas más recientes: su patrimonio histórico se desarrolla y verifica en sus producciones fílmicas...
Ya en contexto, pasemos pues a hablar un poco más de la película. Ésta incia con una imagen de helicópteros militares, sobrevolando el desierto. De pronto, nos vemos introducidos al interior de uno de ellos para encontrarnos con unos soldados que, después de acciones y misiones heroicas, se preparan para regresar a casa y hablan de las delicias que les esperan. Pero el primero en hablar es un latino, por el acento probablemente puertoriqueño, que nos dice que lo que le espera es un guisado de carne de caimán que prepara su mamá -todo esto en inglés-, para después -ahora en español- hablarnos de la guarnición de arroz y frijoles con que lo acompañará. Acto seguido, un negro -basta de eufemismos- le comenta que nunca va a ir a comer a su casa, que se la ha pasado hablando de grillos y serpientes. El latino se enoja y comienza a maldecir en español, lo que provoca un reclamo general por parte de sus compañeros: "English, english please". Y esta imagen podría pasar por chistosa, por cualquier otra cosa, excepto por un reclamo de la sociedad gringa que exige a los latinos, aceptados más por necesidad que por gusto, fundirse con las costumbres del país que habita y abandonar las propias. Incluso, otro representante de las minorías también marginadas, es el primero en lanzar la crítica a su obstinación por mantener costumbres tan ajenas y salvajes -¿quién comería grillos y serpientes en una sociedad tan desarrollada?-, tal como él lo ha hecho para lograr integrarse al statu quo.
Después, vienen los comentarios de lo que sí se puede hacer en ésta sociedad, de lo que es permitido y normal: "ver un partido de football con unas cervezas bien frías", dice el representante del ciudadano común estadounidense; "lo único que quiero es abrazar a mi bebé y estar con mi esposa", afirma y reafirma el representante del gran hombre de familia que a su vez es el gran hombre del país, el militar que todos llevan dentro, ese estadounidense que pelea por su país, su familia y su religión: el gran patriota...
Otras escenas nos muestran una especie de racismo encubierto en las artimañas del chiste y del estereotipo: hindús contestando teléfonos y al mismo tiempo siendo inútiles, los negros incluidos -absorbidos- por una cultura que sin embargo les reserva siempre un segundo lugar.
Otros ejemplos son más que patentes: en un enfrentamiento entre el sector 7 del gobierno y un grupo de marines, el secretario de la defensa mastica estas palabras dirigidas al jefe de los primeros: "mejor háganles caso, ellos no conocen la palabra ceder"; el personaje principal busca la forma de salvar el cubo que le es entregado; acto siguiente aparece el jefe de los marines, alias el gran patriota, y le dice "ahora tú eres un soldado".
No sigo, pues lo ejemplo ahí estan. La receta para detectarlos: ver la película y, en el momento mismo en que uno siente que algo le es impuesto como un ideal, como un acto heroico, como algo deseable, retener esa imagen sensación o pensamiento y preguntarse: ¿eso es lo que pasa en realidad?
Ahí esta, pues, mi reseña crítica barata que me salió cara, tanto por el tiempo como el dinero... pero eso sí, de la protagonista, nada de quejas... me imagino que no.

jueves, julio 05, 2007

Chingadazo. m. Golpe fuerte. Es voz malsonante. Sinónimos: cabronazo, carajazo, carambazo, fregadazo.

En muchas ocasiones de la historia del hombre, con momentos más complicados que otros, entre tantas y tantas caras que han pasado por el tiempo, repitiendo en cada una de esas ocasiones, incontables por cierto, una y otra vez; ha sucedido en el transcurso de los años (años que no cesan, nada los detiene, haciendo que se repita sin parar, arrasando la abstracción del movimiento, vomitando hacia su ser), como se ha manifestado, en cada una de las ocasiones, las cuales, como incesante y repetidamente lo he dicho, suceden una y otra vez, y se ha visto, sin temor a equivocarme, de lo que por cierto no muchos están seguros, pero debido a grandes y profundos estudios, no necesariamente científicos, lo que a continuación quiero plantear en este ensayo.
Podemos observar frecuentemente el suceso contundente del cual hablaré, tratando obviamente, de lograr que el lector, sea cual sea su manera de pensar, comprenda lo que ha sucedido desde que el hombre tiene memoria, desde sus antepasados prehistóricos hasta sus involucionados descendientes, con la única finalidad de establecer un punto.

Comienzo aclarando que el suceso, acontecimiento, situación, acto, que ocurre frecuentemente, es, como lo he planteado, muchas veces inevitable, tiende a la contundencia y, al ocurrir desde siempre, no hay mucho que discutir pero sí que analizar, un análisis que se debe tomar muy en serio debido a la relevancia del tema en cuestión que no es cosa de risa. A muchos les puede no parecer lo que tengo que plantear en estas hojas, y aunque no me importe, si me preocupan las consecuencias que ello podría desatar en la forma de pensar de este incipiente siglo XXI.

Habiendo aclarado todas las posibles dudas del lector hasta el momento, procedo a escribir estas líneas que describirán un fenómeno atroz para muchos y placentero para otros tantos:

Desde tiempos inmemorables, el hombre, inventor de inventores, pensador de pensadores, maestro de maestros, ícono de íconos, depredador de depredadores, denostador de denostadores, rey de reyes, guerrillero de guerrilleros, pacificador de pacificadores, emblema de emblemas, historiador de historiadores, aprensivo de aprensivos, bullanguero de bullangueros, bueno de buenos, ingenioso de ingeniosos, hipócrita de hipócritas, llorón de llorones, moroso de morosos, oloroso de olorosos, quebradizo de quebradizos, sabroso de sabrosos, turbulento de turbulentos, usurero de usureros, violento de violentos, zozobroso de zozobrosos; divertido como él solo, amo de las bestias y domesticador de peligros, inteligente y estúpido a la vez, es el hombre, hombre que se esfuerza, que crece, que corre, grita, que baila, juega, duerme, ronca, atraca, bendice, demuestra, sugiere, alborota, gorgonea, oscurece, pendejea, empeludece, emborracha, canta, atropella, roba, silba, trabaja, encandila, goriliza, mecaniza, desnuda, ironiza; que siempre busca manifestarse de distintas formas: antiguas y nuevas, es decir, desde siempre y para siempre; fino y gentil y torpe y agresivo; este ser tan lleno de contrastes y claroscuros, en su historia (y no sólo la suya) se ha, inevitablemente, por diversas circunstancias (que no discutiré ahora), en todo tipo de actividades, este hombre del que tanto hablo, este hombre alrededor del cual ha girado la historia, este hombre creador de tecnologías, este hombre creador de ideas, este hombre creador del tiempo, este hombre pues, se ha metido chingadazos.