¿Hablar del Cuerpo?
Una vez más, publico un ensayo de hace ya algún tiempo. Comparte con el anterior la dificultad de poder hablar, de poder decir algo, si se quiere llamar nuevo o que permita un nuevo acercamiento respecto un tema en específico, en este caso del cuerpo. Acerca de él, se puede hablar de las sensaciones, se puede describir el cuerpo pero resulta que el acto mismo de describir, de hablar, nos aleja de la esencia de lo que es el cuerpo, esto es, el acto, la acción, incluso la misma sensación que, antes de ser objeto de la descripción sólo se la podría definir como una acción que escapa a nuestra voluntad, que nos obliga a centrarnos en ella, que nos devuelve por el poder de su inmediatez a la esencia del cuerpo, que nos da una idea o quimera de lo que sería el cuerpo sin la mediación de las palabras. Es este un problema que he tratado de desarrollar pero que no ha encontrado sino roces que siguen guardando el silencio...
¿Hablar del cuerpo?
En estos orificios y cuchitriles que somos vive un rostro oculto que no se nos parece.
-Guido Ceronetti-
Hablar del cuerpo no es una tarea fácil: este artefacto que nos proporciona coordenadas espacio-temporales, que nos permiten definirnos a partir de un movimiento de separación entre lo que es cuerpo y lo que no, parece ser, sin embargo, un terreno inexplorado, las más de las veces oscuro. Pues en realidad, ¿quién habla del cuerpo? Las ideas, razonamientos, mientras permanezcan como tales, son susceptibles de modificaciones, de cambios, mientras que lo corporal pertenece al orden del acto por el que se consuma.
¿Cómo, entonces, hablar del cuerpo?
La anatomía hace su parte proporcionándonos una nomenclatura que bien podría hacer estremecer si se piensa en las fuentes de la que brotan sus conocimientos: mutilación y profanación. Por estos medios, una lista de los tipos de tejidos, sistemas, órganos y proporciones. Sin embargo, ésta encuentra su límite en donde comienza la biología celular: la anatomía se ejerce sobre el campo de lo visible inmediato y no hace más que descubrir y describir el dibujo del cuerpo, sus partes y especula acerca de sus funciones y correlatos. Así, el conocimiento sobre la relación que existió alguna vez entre el diseccionado y su cuerpo queda totalmente oscurecida en beneficio de la dilucidación de sus partes.
"Si una vez efectuada nuestra exploración, una muchacha presenta las partes genitales externas duritas, sólidas, brillantes y de un color carnoso, los labios dela vulva bien unidos, sus ninfas pequeñas y tapadas, el clítoris con el prepucio corto, las arrugas de la vagina eminentes y contiguas entre ellas, los senos mucosos profundos, la boca vaginal y el conducto uterino bien angostos, y el himen íntegro en su estado, diremos con toda franqueza que esos son los síntomas de la virginidad física."
Lejos –muy lejos- del terreno de la anatomía, nos encontramos con que la poesía habla también del cuerpo. Ella sí nos proporciona atisbos de lo que sucede entre cuerpo y propietario, pero a condición de hace callar al segundo: es al cuerpo al que se le hace hablar, pero solo a condición de utilizar un lenguaje figurado, como si la relación entre ambos no fuese sino metáfora, lugar en donde el sentido surge del sin sentido.
“Tenía los ojos abiertos pero no veía.
Todo el cuerpo era la saudade
De alguien que lo modelara y no sabía
Que lo había tocado de mayo y claridad.
Su gesto se detenía donde todo se detiene:
En el umbral de las cosas por saber
-y quedaba sordo y ciego y mudo
para que todo fuera grave en su ser.”
Otras formas de hablar del cuerpo son los mitos y creencias populares. Los primeros logran este apresamiento a través de la suposición de deidades antropomórficas a las que se les achaca tanto la constitución física como sus funciones; las segundas pertenecen a otro orden pero muestran de igual forma las creencias acerca del cuerpo, dando de esta forma un lugar al concepto de imagen corporal, que se muestra distinto de cultura en cultura.
“Mamzer be-nid-dah (Concebido en el menstruo) es una enorme injuria judía. Aseguran los talmudistas que el mamzer be-nid-dah está destinado al vicio y a las enfermedades, borracho, loco, epiléptico, asesino, cretino. Nada puede salvarlo. ¿Pero quién demonios ha sido mamzer be-nid-dah?”
“Tal vez se haya pensado en el azufre como emanación del Diablo y olor característico del Infierno, a causa del que contienen y exhalan los intestinos.”
Y así he seguido, sin poder avanzar siquiera en lo que intento decir... ¿Pero qué es? Quisiera poder decir algo acerca de las relaciones entre las funciones corporales y la imagen corporal; quisiera hablar de las sensaciones corporales, de la importancia que los mitos y algunas religiones dan al cuerpo, a veces como totalidad, otras fragmentándolo al hacer de una de sus partes el todo; quisiera hablar de la cotidianeidad de las sensaciones corporales que, por alguna razón, hacemos a un lado e incluso sólo pueden ser mencionadas a través del chiste... Quisiera hablar, poder hablar...
“El excremento, mientras está en el cuerpo, es aceptado: no está separado de la unidad del microcosmos; aislado, horroriza y repugna, por el olor de alma desnudada y anónima que exhala.”
“Las partes que encierran más olor son aquellas en las que se concentra más alma. El ojo, que carece de olor, es espejo, no alma. Añadir perfumes al cuerpo es añadir alma o fingir que se tiene, si ésta falta. Los olores demasiado fuertes se nos han hecho desagradables, por que el exceso de alma es tanto más intolerable a medida que la civilización reprime y frena la animalidad natural.”