viernes, agosto 27, 2010

Taller de Redacción

Un ejercicio que me hicieron hacer, a partir de un texto mal citado que a continuación citaré en sus dos versiones, mismas que El Lector Ausente, espero, sabrá distinguir por sí mismo... Se me requirieron dos elaboraciones, siguiendo éstas instrucciones: "Van a escribir dos textos a partir de este. Uno, tiene que ser un texto literario; el otro, un texto académico... lo que ustedes entiendan por académico"

He aquí los resultados, que, al menos a mí me hicieron gracia... Son, al menos , textos recientes, no ya reliquias de hace dos o tres años...


"A woman is sitting alone in a house. She knows she is alone in the whole world: every other living thing is dead. The doorbell rings"

-Thomas Bailey Aldrich, "A Woman Alone With Her Soul"-

"La mujer estaba sola en el mundo; todos los demás habían muerto. Llaman a la puerta."
(¿?)


Ejercicio Literario


La desolación era poco menos soportable que la soledad.


Ella no lo sabía, menos lo pensaba: lo único que podía atestiguar era el silencio que se iba apoderando de su cuarto, de su casa, hasta infestar las calles y el mundo con pura nada. Comenzó a vagar pudiendo pensar cada vez menos en el mundo y sus cosas. Las palabras empezaron a carecer de sentido y todo y nada dejaban de oponerse para pasar a transformarse en un espacio que poco a poco se desproveía de memoria y humanidad. También, un polvo cuyo curioso olor le provocaba tranquilidad y repulsión a la vez. Su memoria estaba ya llena de nadie y esto la hacía sentir incómoda ya que ahora su soledad -hasta ahora lo sentía- no encontraba sustento.


Hacia el final, lo último que pudo sentir -diría su último recuerdo, ¿pero cómo poder afirmarlo?- fueron sus pies mojados mojándose lento en un agua fría, como sin memoria...


La puerta, con los golpes y los intentos de forzar la cerradura, sonaba a trueno y desesperación. En calma y junto a ella sólo quedaban unas pocas palabras escritas en un cuadernillo maltratado y un vaso que había contenido agua.



"Me esperan el viento o las arpías… Espero, mejor, que litio igual a Leteo..."



Ejercicio Académico



La mujer estaba sola al momento en que, se presume, descubrió la agricultura. El hecho de permanecer en casa mientras los hombres salían a buscar sustento le permitió prestar mayor atención a los detalles de su entorno y, tal vez, poder percatarse que ahí, en donde algunas semillas, tal vez despreciadas para el consumo, ahí, percatarse del surgimiento de una planta.



Esta es una hipótesis que, si bien se encuentra elaborada a partir de elementos que no se oponen para nada al sentido común, también tienden a cerrar la posibilidad para otras que , careciendo de esa sugestión que nos envuelve al enunciar lo que no nos parece extraño, podrían ofrecer otras explicaciones y por lo tanto otras opciones para su concepción, si bien nunca para su solución.


Por decirlo de alguna forma, y con Kant, en el mundo hay cosas, pero estas nos son, en sí mismas, inaccesibles: no podemos y no tenemos una relación directa y unívoca con ellas y nunca las podremos conocer. ¿Entonces -surgirá la pregunta- , qué es esto que llamo, por ejemplo, libro y que además tomo y siento con mis manos y veo y puedo afirmar que huele un poco al café que le derramé hace unos días por error? ¿Este libro no es un objeto con el cuál mantengo una relación inmediata? La R (recordando un articulo de Monsiváis, infame homenaje post mortem): NO. Kant establece en su estética trascendental que lo único con lo que podemos tener contacto es con la representación que de un objeto podemos tener, es decir, un fenómeno, siempre delimitado por las coordinadas de espacio y tiempo para poder realizar y aprehender su intuición.



La formación de los conceptos, si bien toma su materia de las intuiciones suscritas siempre por la estética trascendental, depende de los procesos que gobiernan la razón pura. En este sentido podría darse una crítica, o al menos podría surgir una pregunta: ¿Pero de dónde salen esos procesos, desde dónde se les supone?, y Kant responderá que en este punto él no pretende desprenderlos de una fuente exterior a la razón misma, ya que los encuentra como fundándola y además en sus "frutos": la ciencia y la filosofía (los únicos representantes respetables desde su perspectiva) aunque también en la psicología y otros embustes culturales.


Teniendo ahora en cuenta que el fundamento de la razón es la razón misma, es decir, la Razón Pura, Kant nos dirá que se puede dividir en dos partes que serán las siguientes: lógica trascendental y dialéctica idem. La primera establecerá el funcionamiento general de la Razón Pura y explicará la generación de los conceptos a partir de diferentes funciones judicativas; la segunda será el vuelo de la razón sobre sí misma, sin límites, es decir, sin tomar en cuenta que el uso de los conceptos, por su misma constitución, está ligado a la intuición, es decir, a los fenómenos.


Para ejemplificar de forma rápida ambas nociones, utilizaré las siguientes oraciones:


Todos habían muerto. Luego, llaman a la puerta.


La muerte de un solo hombre, la intuición de ese fenómeno que tras comprobar que conlleva a la inmovilidad del sujeto en cuestión así como a la detención de sus funciones vitales y pérdida de lo que podríamos llamar su duración en tanto que deja de ser en sí y por sí, este acontecimiento, decía, puede hacer que se generé mediante un juicio analítico a priori un posible conocimiento. Este es analítico ya que no añade nada al concepto de muerte en sí, sino que sólo es aplicado a otro sujeto, en este caso, un grupo de individuos. Esta elaboración no es en sí ni errónea ni verdadera, sino simplemente posible en tanto que puede ser verdad que alguien enuncie que "Todos habían muerto". Ahora, si alguien que hubiese afirmado lo anterior, de inmediato afirmara que "Luego, llaman a la puerta", hecho que evidentemente pertenece al campo de la intuición, es decir, de los fenómenos, se vería en una contradicción. En efecto, una de estas dos afirmaciones es falsa. Así, el haber afirmado que todos habían muerto sin tomar más evidencia del campo fenoménico es un error de la Razón Pura inducido por esta rama suya que es la dialéctica trascendental.


Para terminar, sólo quiero comentar la indecible utilidad que nos proporciona una lectura atenta de la Crítica de la Razón pura para acabar con todo ejemplo de malentendidos lógicos, entre ellos, claro está, la literatura.



martes, julio 27, 2010

La ventana

Para que el blog no se sienta tan solito, dejo un cuento que escribí hace tiempo. Es uno de una serie de varios escritos surgidos de un peculiar ejercicio: observar algunas fotografías y escribir alguna historia posible acerca de ellas. En este caso la víctima fue una fotografía de Tina Modotti.


La ventana

Antes me paseaba por las calles vestida muy mona, ahora ya no me importa. Da lo mismo, las personas me ven como una cosa rara de cualquier forma.

Me llamo Leonor, nací en la capital, donde he radicado toda mi vida; un lugar lleno de personas, con un crecimiento sin precedentes (crecimiento horizontal y hasta vertical porque por ahí me llegó el chisme de que se quiere construir el primer rascacielos de la ciudad, ¡tendrá 12 pisos!).

No quisiera vivir en otro lugar, por no correr el riesgo de ser notada, prefiero pasar lo más desapercibida posible, y aunque ser una hormiga entre tantas no me es suficiente, creo que algo es algo.

No sé si me doy a entender, pero tengo un problema, soy considerada por las personas como un error de la naturaleza desde el día en que llegué al mundo. Tampoco sé cómo explicarles lo que me sucede y cómo lo sobrellevo. Bueno no es algo que me “suceda” sino que es un problema de percepción que tienen las personas, un problema de frivolidad que tienen los otros, es su miedo a aceptar y a amar algo un poco distinto.

El problema que la gente tiene conmigo es que mi frente es muy pequeña. Sí, mi frente, en la cara, ese espacio de piel entre las cejas y donde nace el cabello en la cabeza. Apenas mide 2 centímetros y medio. Dicen que cuando nací mi padre no me quiso ver por una semana. También dicen que mi madre en vez de darme el pecho me daba la espalda. Y es que no hay nada más atroz que no tener frente; podrán nacer niños tullidos y tontos, deformes y siameses, pero nada asusta tanto, bien lo sabemos, como el no tener frente… o tener 2.5 centímetros de ella.

(Supe que en tiempos de la inquisición se quemaba con vida en leña verde a quienes nacían con ese defecto).

Desde pequeña mi familia evitaba que saliera a la calle, por no perturbar las buenas consciencias, y cuando era imperativo que así lo hiciese, me ponían un sombrero cuya base me llegaba a las cejas. Me veía muy chistosa y la gente siempre hablaba de la curiosa niña del sombrerito con listoncitos y un moño. Siempre. Hasta que la constancia se volvió sospecha, “¿Por qué no se quita el sombrero ni en misa?, ¿Estará calva la niña?, ¿Por qué siempre usa sombrero?, ¿Tendrá deforme su cabecita?”... y la duda chismosa que era acierto: “¿Acaso… no tendrá frente?”

Fui creciendo, muy tímida, saliendo poco y siempre acompañada por el eterno compañero sobre mi cabeza, hasta que llegó un día soleado, en una de las escapadas vespertinas que solía concederme, a mis 17 años.

Mientras paseaba escoltada por mi melancolía, caminando por la Alameda, lo vi. Era bien parecido, alto, poco esbelto y siempre gallardo; el hijo mayor de los Cusbert: Miguel. Cruzamos la mirada y me sentí estremecida con la flecha de Cupido que atravesaba mi corazón. Él detuvo su andar y se me acercó lentamente. Quedé paralizada.

Se posó frente a mí, inclinándose un poco para ver mis ojos bajo el sombrero y se presentó:

-“Buenas tardes, ¿es usted la hija de los Aldama?, permítame presentarme, soy Miguel Cusbert

Le contesté sonrojada: -“Buenas tardes, soy Leonor Aldama, encantada de conocerlo”.

-“La he visto en misa”, me dijo, “pero usted nunca entra a la iglesia, siempre se queda en la puerta escuchando.”

Le sonreí y le dije que afuera me sentía más cómoda. Él no dijo más. También sonrió y se ofreció a acompañarme a mi casa.

Acto seguido, empezamos a caminar sin importarme lo que dijera la gente acerca una dama paseando sola con un hombre que acababa de conocer, ya bastante tenía con los chismes del porqué de mi sombrero. Platicamos poco sobre cómo estaba creciendo la ciudad y otras cosas que ya no recuerdo.

Con ello iniciamos una relación que mis padres aceptaron a regañadientes por mi terrible condición, pero creo que querían también un poco de felicidad para mí.

Pasada una semana de estarnos viendo me preguntó por qué siempre llevaba sombreros distintos y siempre casi tapándome los ojos. En esa ocasión simplemente le dije que así me gustaba llevarlos.

Llevábamos ya dos meses saliendo frecuentemente, los dos mejores de mi vida; vivía enamorada de Miguel y él de mí. Paseábamos por las plazas y parques, asistíamos a los conciertos en el Palacio de Bellas Artes, nos perdíamos en la ciudad a pesar de estar ya perdidos el uno en el otro. Yo sabía que él era el hombre con el que pasaría el resto de mis días, estar con él era mágico, una eterna primavera en la cual las mariposas revoloteaban en mi estómago. En muy poco tiempo lo habíamos decidido: nos íbamos a casar, él iba a pedir mi mano a mi padre. No me importaba nada más en la vida, estaba encantada.

Acordamos vernos antes de que fuera a mi casa a buscar a mi papá, y si algo fuese a salir mal en ese momento… todo iba a salir mal. Nos citamos en un parque por mi casa junto a la fuente. El llegó y como siempre que lo veo me estremecí. Platicamos un poco de cómo sería todo con la boda y cuando estuviéramos casados. Y entonces comenzó todo, en un tono de intriga, angustia y autoridad Miguel pidió que me quitara el sombrero.

- “Quiero ver tu cabeza que siempre ocultas, tu hermosa cabellera”, me dijo. Sentí en ese momento como si una llamarada me consumiera por dentro y mil pensamientos llegaron a mi mente. No podía mostrarle mi terrible secreto a nadie, pero por otro lado, él era el hombre con el que me iba a casar y tarde o temprano se tenía que enterar.

- “Eh, yo… no sé”, dije mientras las ideas me brotaban, -“Tengo un problema con mi cabeza…”, por fin revelé, -“… por eso nunca me quito el sombrero…”

-“Leonor, yo te amo por quien eres, aunque tengas la cabeza deforme o calva eso no cambiará, sólo quiero verte.” Y me sonrió con ternura.

Yo estando tan enamorada, aceptando que en algún momento se tendría que enterar, y además pensando que si me amaba realmente me aceptaría a pesar de ser un esperpento de la naturaleza, procedí a tomar el sombrero con mis manos, una en cada extremo, bajé mi mirada y tomé aire que fui soltando poco a poco mientras alzaba lentamente a mi eterno acompañante con listones y un moño.

Una vez sin el sombrero, los ojos aún bajos, de alguna manera esperaba que dijera algo que expresara repugnancia… o si todo salía bien lo voltearía ver y encontraría su amable sonrisa.


Silencio.


Comencé a alzar la mirada para ver su expresión y me detuve en su rostro. Mis manos soltaron el sombrero que sostenían, haciéndolo caer lentamente, mientras me atacaba la sensación de una mano estrangulando mi corazón.

Miguel estaba pálido con la boca abierta, uno de sus párpados temblaba, sus manos también. Dio un paso hacia atrás como si algo lo hubiera empujado ligeramente. No decía nada.

Los ojos se le inyectaron, me dio la espalda y dijo:

-“Pero Leonor… ¿por qué no me habías dicho?”, guardo silencio y añadió –“¿Sabes lo que esto represen…” y se echó a correr tapándose la boca en señal de asco, como si fuese a vomitar. Ese día lo que había dentro de mí murió. El aire me faltaba, sentía una angustia que me corroía el pecho; mi vida extinguiéndose poco a poco con la certeza de que no iba volver. Confirmaba en ese momento el veredicto de mi eterna soledad.

Jamás volví a usar el sombrero.

Ni lo volví a ver. Dicen que se fue a vivir a Querétaro a la hacienda de su familia. No me importa ya.

Ahora sólo observo al mundo desde mi ventana, rumiando eternamente en la melancolía…

sábado, abril 24, 2010

Relaciones Retroactivas de un Meopa


La publicación anterior me dejó un mal sabor de boca, no tanto por los hechos que menciono sino por el tono en que lo hice. Es que parecería que las palabras son sensiblemente suceptibles de ser ensuciadas, o mejor dicho, de ser utilizadas en una forma que no va con su esencia. Y las cosas se ponen peor al momento en que se empieza a hablar de política u opinar al respecto: todo se pone un tanto tenebroso, desde la expresión sin mordaza de la propia opinión -que, aunque conlleve un análisis nunca podrá ser desprovista de ese sesgo subjetivo que la hace siempre refutable- hasta la expresión de una convicción fundada como "lo necesario" -que no muestra sino la fragilidad del ser humano en lo que concierne a lo que él debería de ser en comparación con lo que es. Por éstas razones, he decidido publicar un ensayo que, como ya es costumbre, fue escrito hace ya algún tiempo, ese tiempo en donde todavía se podían escribir cosas que sorprendieran o que, de menos, dejaran un buen sabor de boca... Espero, ¡oh! Lector inexistente, te agrade...



Relaciones Retroactivas de un Meopa


Hermano de mí mismo
espía sin halago, pero al final cediendo
a la dulce moneda de la sangre,
al falso centinela del espejo.
No estoy del todo aquí donde me hablo.
Creo que me dejé en Chile y en Roma,
en Stevenson, en música y voces,
en un sauce de Bánfiel, en los ojos
de una perra que quise, en dos
o tres amigos muertos.
Esto que queda vive,
pero sabe que la urna está vacía.

-J. Cortázar-





Empapado de residuos, me encuentro a mí mismo cediendo, dejándome llevar. Aún así, no es la sangre, no es el tiempo, menos el espacio, que no existe, lo que me mueve.


Intento buscar la línea de lo que soy, de lo que he sido, pretendiendo así un futuro, menos que irremediable, predecible. La sorpresa no es lo que es si se la previene, si se la espera. Sorpresa muerta, bulto sin vida arrojado, así el futuro, en este no pretender más que lo que se es...


El vacío puede o no existir: fuera de nuestras fuerzas el lleno y el vacío. Dentro o fuera, aquí o allá, presente o pasado, todo depende de la posición que se tome. La urna hablaría por sí misma pero no es escuchada: “No es el contenido, sino yo, el continente”. Así la urna y así la razón. El contenido hablaría por sí mismo, pero no es escuchado: “No es el continente, sino yo, el contenido”. Así el contenido y así el deseo. Una frente al otro, el otro frente a la una, ¿no querrían hablar de lo mismo, es decir, de sí mismas? Todo tropieza con estas ideas que pugnan por diferenciarse. ¿Pero es que todo tiene que ser diferente para ser? ¿Es que acaso el concepto “mismo” no tiene existencia propia, o no se la suponemos? ¿Qué sería lo mismo?... Todo y nada, conceptos que se reparten la existencia... ¿Pero qué decir de existencia? Existe todo, existe nada... EXISTE... La presencia, amante de la existencia, nos engatusa: así de puta su condición.


Ahora, que lo que queda vive, sobra... No somos nosotros –y esto ya es mucha concesión- los que hablamos. Las cosas hablan a través de nosotros, nosotros, que somos por no ser. “Esto”, en rigor, ¿qué es “esto”? Representación de una presencia inmediata, fugaz, atroz. ¿”ESTO”?, no tiene referente, no existe. Pero la diferencia entre el esto y el vivir no existe. Bien se podría demostrar así: “esto existe” o “existe esto”. Sí, la intención -¿la vida?- muestra: pero qué del predicado, qué del sujeto. ¿Cuál califica, cuál recibe la acción? Si lo que queda vive, ¿lo que vive queda? Imposible la equiparación. El tiempo rebasa a lo que queda... ¿pero a la vida?...


Tres, es el número que implanta la diferencia, la separación: sin el tres –no el unomásunomásuno sino el tres como tercer objeto dentro de una estructura- no existiría una real existencia: antes del tres el esto. Menos acá del tres nada más que la función del esto, y la vida jugando sin tomar papel. La muerte sin el tres es... pero es sin vida, es muerte mediocre. La muerte sólo acontece gracias a un tercero. ¿Cómo comunicar la muerte de alguien si no existe un tercero que escuche? Muerte no existe sin que se hable de ella. Aún así, inmortal como lo es persiste: nosotros gozamos de la desdicha de transmitirla a los que siguen vivos, a los terceros, a los ajenos a esa relación nuestra que ya no es más que fantasma, mascarada.


Entre dos, el amor es inevitable: surge de la nada, parecería que surge de dos estos tratando de alcanzar la vida, tratando de vencer a la muerte. El amor parece ser la lucha contra la muerte, de mínimo la lucha contra la certidumbre de su llegada. A través del amor se trata de insinuar algo superior, algo inmortal. Y si de amar se trata, más bien se tendría que hablar de la intención de tener algo por el cual podemos hablar o de algo que guardará nuestra palabra: se quiere ser recordado, no se quiere morir. Así, el amor se expresa por el querer hablar después de la muerte: no importa quién hable, sea perra, puta o santa, lo que importa es la palabra del que trata de escapar a su muerte. En nombre del amor se puede sacrificar lo que sea, mientras la propia palabra exista.


Se dice que los ojos son la ventana del alma. Pero, al ser los ojos dos, y no tres o más, uno puede predecir los resultados de lo que puede ser visto: la dualidad de cualquier cosa no implica otra que la necesidad de una corroboración, de una verificación, que no involucra otro parámetro que la concordancia, sin importar su fuente. Así, el árbol, imagen de la totalidad por sí desarrollada, en sí desarrollada, nos invita a la imitación. Por otra parte, el árbol en sí, no es sino circunstancia. Así, se venera y admira su crecimiento y su grandeza, mientras se hacen a un lado las circunstancias que lo hicieron posible. Admiramos árboles cuando en realidad son retoños de algo que les rebasa. Tristeza comprensible de un sauce que lo comprende, sea derrochador de notas musicales o institución generadora de futbolistas.


El sonido tiene dos vertientes, digamos, la salvaje y la articulada. En ocasiones, la segunda sirve bien a los propósitos de la primera, pues la diferencia la hace asequible, determinable, por medio del uso de categorías desarrolladas a partir de trabajos puramente matemáticos. En cambio, la primera, es una masa de energías sólo domesticables por el poder de los decibeles, sólo por éstos identificable. Música y voz existen gracias al control sobre el infinito de las vibraciones que nosotros determinamos como acústicas. Pero si la concepción del sonido sólo se logra comprender como una irrupción en el plano del silencio, entonces es el silencio la materia prima. Al parecer, no somos sino irrupciones sobre un silencio indecible, inimaginable: nuestra palabra, nuestro nombre, pura ruptura.


Las voces de Neruda y Virgilo permanecen por los territorios en los que nos introducen; el reciente desarrollo de la vinicultura y la antigua tradición de la pasta; los Alpes y la Cordillera de los Andes. Zonas geográficas delimitadas por la circunscripción de las grandes piedras. Uno y otro lugar nos dan una idea parecida por las piedras, por su aridez y por el mar que les ofrece una libertad de solución salina. En realidad no existe ni la pasta ni el viñedo: existe el hombre que se deja existir por ellos.


Hablar donde me hablo, es decir, hablar en donde no estoy del todo. La experiencia es cotidiana pero no por eso conocida. Siempre existe un hueco –si bien la metáfora sirve, en este caso hace valer su contundencia- en donde no se está. Interesantes postulados de la física clásica: un cuerpo no puede ocupar el mismo espacio que otro. Entonces, ¿cuál la diferencia entre la palabra y la acción? Ambas, de naturaleza física, se oponen en cierto sentido: la palabra, no parece ser sino una premonición o advenimiento de una idea; la acción, que implica la cosificación de la idea, su realización. Así, no estar del todo aquí donde me hablo, habla más que ambas: no existe el valor relativo, pues su absoluto, indecible, inexpresable, las abarca por el silencio de ambas.


¿Quién ha de vigilar el ruido que somos? El espejo, esa invención del siglo XVIII, tal como la conocemos, nos ha dado la esencia de la presencia, de la autopresencia. Parecería pleonasmo... pero no existe otra explicación: el espejo es un pleonasmo de nuestra imagen, algo redundante. La extrañés (sic) frente al espejo, esa parte que escapa al saber de que somos pero que nos podemos encontrar en donde no estamos, esa parte que nos impide ser esa imagen que no somos, el censor. ¿Pero es que sólo un espejo es capaz de reflejar lo que somos? Todo es espejo, pues nos devuelve, en forma de consecuencias, sabidas o no, nuestras acciones. El centinela sería esa instancia, ese espejo imaginario, que nos lleva a ver nuestra imagen según sus modelos. Sin saberlo, somos espejo de los otros y solo reflejo de nosotros.


Todo en esta vida se paga. El concepto de valor de cambio es sólo una extensión de las pérdidas carnales o ideales que hemos sufrido. ¿Por qué reducir una deuda a la sangre? El esperma, el óvulo, juegan un papel anterior, del que la sangre sólo es tributario. Incluso el desarrollo de los genes es sólo trámite. ¿La sangre? No es sino la analogía más vulgar de lo que sería la vida: un líquido que, inasible pero sensible, se escurre entre las manos de todos. No existiría, pues, algo vivo, sino la sustancia de la vida que, al mismo tiempo, como las grandes obras de arte, tiene un valor inestimable e irremediablemente relacionado con lo que se fue en detrimento de lo que se es.


Ceder es característica de los débiles... se dice. Pero ceder parece ser la única puerta que permitiría la entrada a un amor que no fuese el que se siente por uno mismo. Aún así, se ame a los demás o a uno mismo, la característica persiste: se cede frente al amor. Al final, pues, tenemos al amor funcionando como motor de todo. Halago y espía se contraponen como placer y culpa frente a esta fuerza que es el amor, independientemente de su objeto. ¿Cómo entender ambas posiciones, su diferencia no sólo conceptual sino empírica –conciencia moral- sin concebir al centinela, ese que se interpone entre los espejos? Un halago puede ser una maldición. Un espía, una revelación.


La totalidad hace de sus residuos -¿incongruente?- su característica. Que las características, las partes, deban de ser mencionadas para proponer una cierta totalidad, resulta ser un contrasentido inherente a toda ex-istencia. Hermano de mí mismo, no soy nadie y soy todo, siento todo y no siento nada.


Continente sin contenido, contenido sin continente, la relación permanece, siempre, inversa: soy lo que no soy, no soy lo que soy.




martes, abril 20, 2010

Oh no, el presidente parece no saber lo que hace… desde hace tiempo... o lo que todos ya saben




La idea principal que nos movió a comenzar con éste blog fue el poder contribuir a la difusión de una línea de opinión que ofreciera otra panorámica de la situación del país, un poco antes de las elecciones del 2006. En esos momentos de antagonismo –no que haya cesado- y de jugarretas publicitarias a favor de uno de los candidatos y que desgraciadamente rindieron frutos, nuestra intención era contrarrestar esta influencia mediante algunas publicaciones. Con el tiempo esta intención se fue perdiendo y fue dando paso a otro tipo de publicaciones en las que ocasionalmente, y sobre todo por parte de Kronos, se mencionaba algún tema de la vida política del país o simplemente se intentaba alimentar la actitud crítica pero desde otras fuentes que, si bien llamarles indirectas no es del todo correcto, es cierto que esa búsqueda del frente a frente se diluyó con los ánimos, así como el tiempo hace con todo lo que a él se somete.

Yo, por mi parte, consideré que seguir la línea de la crítica política día con día no aportaba nada ya que, por más crítica que se haga, los acontecimientos ya se instauraban como lo que tendría que seguir siendo, es decir, que si algo tenía que ser hecho para lograr un cambio, no podía surgir de lo espontáneo sino que tendría que venir de un proceso que se viniera fundando como hechos que pudieran combatir, refutar y en algún punto suplantar los ya acontecidos. Justamente, parecería que la única forma de derrocar un acontecimiento, una historia, una imposición ya establecida no puede venir sino de una corriente que ya madura, tenga la fuerza para poder suceder.

Entonces, pues, me olvidé de la política. Claro, no es que haya dejado de informarme, pero justamente los acontecimientos me parecían ajenos a una práctica que al caer en polémica se negaba la posibilidad de planear y analizar.

Pero hoy, mientras escuchaba algunas noticias y recordaba otras, de pronto me sentí invadido por una sensación de angustia que me obligó a expresar lo que muchos ya sabían pero negaban, lo que otros niegan que exista y lo que todos, pero todos los que no estén cegados por algún tipo de fanatismo, es decir, cuya posición política no encuentre su soporte en la proposición “mejor este que el otro”, sin análisis de por medio, pueden sustentar sin ninguna dificultad. Esta clase de posición generalmente se expresa de esta forma en algún momento: “Éste es un inepto, un estúpido, pero lo prefiero” y después “¡Qué bueno que ya se va!”, sin ponerse a pensar en las razones que tenían para no haberlo hecho llegar. Claro, después, van a escoger a aquél que representa lo mismo que el predecesor, es decir, una promesa de lo mismo que sigue siendo tal por el simple pero paradójicamente confuso hecho de que nunca ha llegado a cumplirse. En fin, así las cosas, juicios de valor que uno no alcanza a comprender sino es por la promesa, al menos, de poder seguir igual: “No te preocupes, mientras yo me enriquezco, te voy a permitir a ti, oh persona más rica que yo o un poco menos que yo pero de todas formas rico, que mientras yo le robo a los demás tu sigas funcionando como has estado acostumbrado”

Ahora, después del absurdo anterior, los acontecimientos que me llamaron la atención de forma inusual y que a mi parecer no hacen sino mostrar lo que el título anuncia:

Primero, escucho que el estado de Arizona acaba de proponer una ley en la que se criminaliza el hecho de ser ilegal en ese estado, lo que le daría a la policía regular la posibilidad de detener ciudadanos sospechosos de tener aquella condición para que sean deportados, no sin que paguen una multa que iría de $500.00 a $2,000.00 dólares además de una condena en prisión. Esto se agrava por el hecho de que también se busca reforzar la zona mandando alrededor de 2,000 soldados a la frontera. Luego, pensar que esto es obvio, ya que el norte del país es realmente una zona de guerra fuera de control y cuyo posible futuro no augura sino más muertes pero nada de éxito para las fuerzas armadas nacionales. Esta guerra contra el narco evidentemente provoca que México sea visto como una zona de riesgo para la inversión tanto nacional como internacional, ya que justamente se está peleando en las zonas industriales más importantes del país… El país, que, por cierto, fuera del peligro de la violencia se encuentra en la pura inestabilidad social debido al desempleo, a los despidos y al alza de impuestos. Ahora, pensar que las remesas, que por cierto han decaído en los últimos años, y que aportan más dinero al país que toda la rama del turismo y sólo son superadas por los ingresos que se obtienen de la venta del petróleo, decaerán todavía más… El petróleo que, por cierto, sigue en peligro de caer en la privatización según un grupo de políticos e intelectuales, lo que nos dejaría con un nada de nada con el cual nos podamos posicionar frente al grueso de las naciones… Ahora, como si todo esto no fuera suficiente, uno se puede preguntar como ya lo han hecho varios, una simple pregunta respecto de la guerra contra el narco: ¿Por qué no se comenzó con una estrategia que primero mermara los recursos financiaros del narco, que además, nunca se han tomado por ser unos cuantos centavos? ¿Por qué realizar un ataque frontal sin haber sangrado al toro? Ahora, si por esto, se están cerrando las fronteras, con lo cual se afectarán las remesas, incrementando más la pobreza que terminará por acumularse hasta que no se tengan recursos y lleguemos finalmente a lo que todavía nos puede salvar… ¿tendré que decirlo? Lo dejo a los lectores… pero son tres palabras: V _ _ _ _ _ el P _ _ _ _ _ _ _.


Entonces, si se piensa un poco, es como si todo lo que se estuviera llevando a cabo por parte del gobierno federal (minúsculas adrede) hubiera estado planeado para llevar a la ruina al país o algo todavía más creíble, el presidente y sus allegados son una bola de imbéciles… Espero no parecer un tanto paranoico, pero los hechos nos muestran que todo acto que se postula como un beneficio para la nación termina siendo un rotundo fracaso.

Así, desgraciadamente, las cosas…

jueves, enero 14, 2010

¿Hablar del Cuerpo?

Una vez más, publico un ensayo de hace ya algún tiempo. Comparte con el anterior la dificultad de poder hablar, de poder decir algo, si se quiere llamar nuevo o que permita un nuevo acercamiento respecto un tema en específico, en este caso del cuerpo. Acerca de él, se puede hablar de las sensaciones, se puede describir el cuerpo pero resulta que el acto mismo de describir, de hablar, nos aleja de la esencia de lo que es el cuerpo, esto es, el acto, la acción, incluso la misma sensación que, antes de ser objeto de la descripción sólo se la podría definir como una acción que escapa a nuestra voluntad, que nos obliga a centrarnos en ella, que nos devuelve por el poder de su inmediatez a la esencia del cuerpo, que nos da una idea o quimera de lo que sería el cuerpo sin la mediación de las palabras. Es este un problema que he tratado de desarrollar pero que no ha encontrado sino roces que siguen guardando el silencio...




¿Hablar del cuerpo?



En estos orificios y cuchitriles que somos vive un rostro oculto que no se nos parece.

-Guido Ceronetti-


Hablar del cuerpo no es una tarea fácil: este artefacto que nos proporciona coordenadas espacio-temporales, que nos permiten definirnos a partir de un movimiento de separación entre lo que es cuerpo y lo que no, parece ser, sin embargo, un terreno inexplorado, las más de las veces oscuro. Pues en realidad, ¿quién habla del cuerpo? Las ideas, razonamientos, mientras permanezcan como tales, son susceptibles de modificaciones, de cambios, mientras que lo corporal pertenece al orden del acto por el que se consuma.

¿Cómo, entonces, hablar del cuerpo?

La anatomía hace su parte proporcionándonos una nomenclatura que bien podría hacer estremecer si se piensa en las fuentes de la que brotan sus conocimientos: mutilación y profanación. Por estos medios, una lista de los tipos de tejidos, sistemas, órganos y proporciones. Sin embargo, ésta encuentra su límite en donde comienza la biología celular: la anatomía se ejerce sobre el campo de lo visible inmediato y no hace más que descubrir y describir el dibujo del cuerpo, sus partes y especula acerca de sus funciones y correlatos. Así, el conocimiento sobre la relación que existió alguna vez entre el diseccionado y su cuerpo queda totalmente oscurecida en beneficio de la dilucidación de sus partes.

"Si una vez efectuada nuestra exploración, una muchacha presenta las partes genitales externas duritas, sólidas, brillantes y de un color carnoso, los labios dela vulva bien unidos, sus ninfas pequeñas y tapadas, el clítoris con el prepucio corto, las arrugas de la vagina eminentes y contiguas entre ellas, los senos mucosos profundos, la boca vaginal y el conducto uterino bien angostos, y el himen íntegro en su estado, diremos con toda franqueza que esos son los síntomas de la virginidad física."


Lejos –muy lejos- del terreno de la anatomía, nos encontramos con que la poesía habla también del cuerpo. Ella sí nos proporciona atisbos de lo que sucede entre cuerpo y propietario, pero a condición de hace callar al segundo: es al cuerpo al que se le hace hablar, pero solo a condición de utilizar un lenguaje figurado, como si la relación entre ambos no fuese sino metáfora, lugar en donde el sentido surge del sin sentido.

“Tenía los ojos abiertos pero no veía.
Todo el cuerpo era la saudade
De alguien que lo modelara y no sabía
Que lo había tocado de mayo y claridad.

Su gesto se detenía donde todo se detiene:
En el umbral de las cosas por saber
-y quedaba sordo y ciego y mudo
para que todo fuera grave en su ser.”


Otras formas de hablar del cuerpo son los mitos y creencias populares. Los primeros logran este apresamiento a través de la suposición de deidades antropomórficas a las que se les achaca tanto la constitución física como sus funciones; las segundas pertenecen a otro orden pero muestran de igual forma las creencias acerca del cuerpo, dando de esta forma un lugar al concepto de imagen corporal, que se muestra distinto de cultura en cultura.

“Mamzer be-nid-dah (Concebido en el menstruo) es una enorme injuria judía. Aseguran los talmudistas que el mamzer be-nid-dah está destinado al vicio y a las enfermedades, borracho, loco, epiléptico, asesino, cretino. Nada puede salvarlo. ¿Pero quién demonios ha sido mamzer be-nid-dah?”

“Tal vez se haya pensado en el azufre como emanación del Diablo y olor característico del Infierno, a causa del que contienen y exhalan los intestinos.”

Y así he seguido, sin poder avanzar siquiera en lo que intento decir... ¿Pero qué es? Quisiera poder decir algo acerca de las relaciones entre las funciones corporales y la imagen corporal; quisiera hablar de las sensaciones corporales, de la importancia que los mitos y algunas religiones dan al cuerpo, a veces como totalidad, otras fragmentándolo al hacer de una de sus partes el todo; quisiera hablar de la cotidianeidad de las sensaciones corporales que, por alguna razón, hacemos a un lado e incluso sólo pueden ser mencionadas a través del chiste... Quisiera hablar, poder hablar...


“El excremento, mientras está en el cuerpo, es aceptado: no está separado de la unidad del microcosmos; aislado, horroriza y repugna, por el olor de alma desnudada y anónima que exhala.”

“Las partes que encierran más olor son aquellas en las que se concentra más alma. El ojo, que carece de olor, es espejo, no alma. Añadir perfumes al cuerpo es añadir alma o fingir que se tiene, si ésta falta. Los olores demasiado fuertes se nos han hecho desagradables, por que el exceso de alma es tanto más intolerable a medida que la civilización reprime y frena la animalidad natural.”

miércoles, enero 06, 2010

Crónica Contra la Presencia


Reproduzco un ensayo que releeo y que me deja un cierto sentimiento de sorpresa, una leve vergüenza que sin embargo acojo con cariño, recuerdos de momentos de oscuridad, ahora y por el momento, digerida...

El sol camina sobre los escombros
de lo que digo, el sol arrasa los parajes
confusamente apenas
amaneciendo en esta página,
el sol abre mi frente,
balcón al voladero
dentro de mí.
-O. Paz-


Fragmento del primer ensayo: “La tragedia, como sabemos, se caracteriza por la muerte necesaria del héroe...”

Fragmento del segundo ensayo: “¿De dónde la noción de tiempo?... así, Cronos, padre de los dioses, instaura más que la noción de tiempo una legislación, la primera, para la vida, que garantiza la vida... Ahora que Kant...”

Se sabe de la problemática con que a veces nos enfrentamos al escribir un ensayo. Arriba, dos fragmentos de los nonatos ensayos. Una vez más, heme aquí tratando de cumplir con la entrega...

Hasta hace unos instantes, buscando un tema que pudiese desarrollar para el ensayo, comencé a hojear unas revistas de literatura de hace ya bastante tiempo, pertenecientes a aquél tiempo en donde todavía podía escribir cuentos. Y la pregunta saltó: ¿Por qué ya no?

El lunes compré dos libros: “Las Sombras Errantes” de Pascal Quignard y “Molloy” de Samuel Becket... El dinero salió del fondo que tenía previsto gastar para salir con cierta señorita que se me escabulle... El primero presentó autismo agudo en su niñez; el segundo abandonó, como algún otro conocido, su lengua materna para adoptar el francés. Y la sensación aparece: ¿Por qué yo no?

Comiendo, me comienza a abrumar una sensación que sólo puedo llamar vacío. El vértigo es insoportable. Escribo y transcribo lo que escribí:

Qué desagradable palabra: redención. Al igual que muchas otras que se insertan entre el hacer y el pensar, ésta no hace sino invocar un perdón o suponer una libertad, especie de exorcismo, cuando en realidad lo que parece hacer es iniciar una serie de argumentaciones lógicas ad infinitum.

Redimirse en o por algo... más que el inicio, supone una serie de ideas que han de terminar en ese acto o pensamiento o sentimiento.

En estos momentos de vacío, esto me salva, me ayuda a sobrellevar la sensación de malestar, ocasionado por deseos frustrados que, al mostrarse como tales, no hacen sino despertar un proceso de cuestionamiento que me coloca, a mí y a todo lo que me rodea, en una posición de solitud, de vaciamiento de sentido. Entre angustia y razonamiento, ansiedad y tristeza.

La impresión de ser nada tiene una fuerza inaudita, por el simple hecho de presuponer que lo que soy, al haber podido ser cualquier otra cosa, es irreal o insustancial. Nada de sustancia, puro pensamiento. Miedo.

En ocasiones, la contemplación es maravillosa, pues me siento fundido con el objeto de mi contemplación. En éstos momentos me siento tan ajeno a todo, que el vértigo del vacío, de la separación, su seducción, me hace temblar.

La certeza surge agazapada: “¿Por qué yo?”

Sintiendo la necesidad de hacer algo, me preparo para lavar trastes a petición de mi papá. Recuerdo que una coladera se encuentra tapa desde hace ya algún tiempo. Con asco, comienzo la actividad: restos de restos de comida, pelos de perro, un olor amargo de agua estancada. Para terminar, un poco de cloro. Observo con cierto cuidado la coladera y veo un vapor que de ella emana. Un poco más de cloro para verificar la acción del cloro. Más vapor... En mi playera, restos de los restos de los restos de comida y agua putrefacta. Ya sucio, asqueado y con un poco de sudor en mi frente, desaparece el vacío junto con el vértigo. Comprendo un poco de la necesidad de limpiar y de ensuciarse para poder hacerlo. No hay pregunta esta vez.

Compelido a seguir escribiendo, sigo.

En “Las Sombras Errantes” Quignard da muestras de cómo el lenguaje se relaciona con la muerte. Curioso, este libro ganó un premio de novela... El texto sigue un modelo de comentarios eruditos, tipo Guido Ceronetti en “El Silencio del Cuerpo”. El estilo lo adopto, peor o más que eso, lo reproduzco tal vez sin quererlo del todo. Es como una especie de tic... sin tac... para decir-recordar del tiempo que instaura la medida.

Después distinguir la tragedia del drama en sus relaciones con el tiempo... tratar de arrancarle algo a Benjamin para el ensayo que no fue. Recuerdo entonces “Ayax” de Sófocles. Inicia con Ayax que, furioso por no haber recibido las armas de Aquiles, decide que va a acabar con el ejército de los aqueos. Atenas interviene y le hace creer que, mientras descuartiza bestias –toros y cabras-, está destruyendo a sus enemigos: le hace enloquecer. Inconsolable, se suicida, como ya lo había predicho un oráculo. Según Benjamin, el héroe trágico muere en la inmortalidad, pues su tiempo pertenece a un tiempo finito... lo que sea que eso quiera decir.

Ahora que, recordando una de las tentativas para desarrollar el ensayo acerca de la tragedia, Bergson en su artículo “La Risa”, lanza algunas frases que merecen mención: “... fuera de lo humano, no existe nada cómico.” “Es probable que en una sociedad de inteligencias puras no se lloraría, pero sí se reiría”. “Cualquier otro personaje, por consciente que puedan ser todas sus palabras, y todos actos resultará cómico si existe en él un aspecto de su personalidad que él mismo desconoce, y por donde escapa a sí mismo”. Así, nos dice Bergson, se instaura una diferencia fundamental entre el drama y la tragedia y la comedia. Las primeras nos hablan de un personaje completo, cuyas acciones todas le pertenecen y obedecen a un fin que, predestinado o no, se le equipara. Por el contrario, en las comedias, lo risible es lo ya antes mencionado: una característica lleva a los personaje a realizar disparates mientras que para él todo goza de una normalidad inusitada. Tragedias y Dramas llevan títulos de nombres propios: Hamlet, Ayax, Otelo, Edipo... Comedias, el Avaro, el Metiroso...

¡Y esos niños en hilera,
llevando el sol de la tarde
en sus velitas de cera...!
-A. Machado-

Y es que, una de las revistas habla de la infancia. Hay varios artículos de la de diversos escritores, entre ellos Sabines:

“Cuando tenía tres o cuatro años, me gustaba jugar a las canicas: las tiraba a propósito por debajo de la mesa en que estaba mi mamá con otras comadres. La mesa tenía un tabique central donde ponían los pies y yo me quedaba viendo... Y se me iba la canica como por casualidad por debajo de la mesa para mirar las piernas de las señoras. Ese es uno de los recuerdos más remotos que tengo.”



Infancia: momento en que el tiempo y la tragedia convergen: inicio del tiempo y tiempo de la marca trágica: el nombre propio.

“Si no abrazamos el abandono y la angustia, la pasión, la noche de la agonía, no somos más que imágenes inexactas, piedras desechadas, mal talladas, que no caben en el edificio y que no se integran a nada.”
-Pascal Quignard-

“Hubo un tiempo, un tiempo prolongado, en el cual los hombres y las mujeres no dejaban sobre la tierra más que excrementos, gas carbónico, un poco de agua, algunas imágenes y la huella de sus pies.”
-Pascal Quignard-


Hago mal en agotar de esta forma las citas de Quignard. Aún así, todo este ensayo obedece un motivo que no vengo si no a descubrir hasta ahora: Quaesivit cum moriebatur ubi essent umbrae. Mientras expiraba, preguntó en dónde estaban las sombras.

¿Dónde estaban? ¿Es que acaso en algún momento se fueron? Fantasmas del día de hoy, sombras de antiguas lecturas, nombres que se alzan y que se tratan de hacer coincidir, espacio y tiempo, leyes de Newton, tiempo absoluto y tiempo relativo, sistema de ecuaciones, cigarros y café, tiempo transcurrido, tiempo vivido, tiempo perdido, tragedia con final completo y comprendido en su estructura, drama con final que no se deja atrapar, vicio cómico y vicio trágico según Bergson...


“Para escuchar tu queja de tus labios
yo te busqué en tu sueño,
y allí te vi vagando en un borroso
laberinto de espejos.”

-A. Machado-

jueves, diciembre 17, 2009

Acerca del “Ya no Poder Decir”

Acerca del “Ya no Poder Decir”


En algún momento, a algunas personas les ocurre que quieren decir, al modo de la Eva de Sabines:

-¿Qué es el canto de los pájaros, Adán?
-Son los pájaros mismos que se hacen aire. Cantar es derramarse en gotas de aire, en hilos de aire, temblar…

-Yo quiero cantar. Tengo un aire apretado, un aire de pájaro y de mí. Yo voy a cantar.
-Tú estás cantando siempre sin darte cuenta. Eres igual que el agua. Tampoco las piedras se dan cuenta, y su cal silenciosa se reúne y canta silenciosamente.

-J. Sabines, Fragmento “Adán y Eva”-

Y en efecto, lo hacen sin saber, al igual que ella, que desde siempre lo habrá hecho.

Tanto el poema como el fragmento parecen tener un valor especial ya que nos remiten semánticamente a la noción de origen, de inicio, de principio y, si siguen algunos de los preceptos de la retórica, se puede decir que dependiendo de los principios aceptados como verdaderos, evidentes o posibles, el despliegue de consecuencias que de ellos emana está dado de antemano como posibilidad misma. Algunas proposiciones pueden ser previstas desde un inicio ya que se desprenden de lo que se acordó partir. Por otra parte, el establecimiento de los principios tiene otras consecuencias que rara vez son tomadas en cuenta y que suelen ser tomadas como imposibilidades reales, mientras que no son más que productos imprevistos del mismo movimiento.

Generalmente, tanto en el saber como en el hacer, se busca y se habla acerca de lo que se puede. Una especie de pragmática que se articula gracias al énfasis que se pone sobre sus características positivas: “SE PUEDE HACER”. Pero en lo que no se repara es en el hecho de que al fundarse ese “PODER HACER” sobre determinados principios, otras vetas, otros caminos han sido ya cerrados o, por lo menos, ignorados. Y es justamente este costado negativo el que, al no ser tomado en cuenta, puede llevar a querer encontrar algo en un lugar en donde no está o en donde su existencia no está legitimada.

En este punto se puede apreciar que hago uso de algunos términos que remiten a un discurso jurídico. Y, no está por demás decirlo, no es nada ajeno a este tema. En efecto, si se parte de algunos principios, esto parece tener la forma de un contrato, un pacto o en última instancia un vínculo. Y un contrato –esto es un ejemplo de lo que podría llamarse el poder creador de la palabra- establece por exclusión sobre lo real lo que podrá ser o no reconocido como tal.

Al momento de iniciar las posibilidades están articuladas simbólicamente por la admisión de los principios que las sustentan. ¿Qué pasaría si mis principios no me dejaran avanzar, si han sido recorridos y conocidos, pero de pronto surge una duda, una pregunta, que parece no poder encontrar respuesta o que incluso apenas y se la puede formular de forma oscura y vaga? ¿Seré yo o será un efecto que recibo desde mis principios? Para una exposición un poco más detallada del tema, remito a otro ensayo, “La Soledad del No-Reconocimiento”, publicado más abajo.

Resulta entonces que se quiere decir, que se quiere cantar y que se ha estado haciendo… pero resulta que si del decir se trata, siempre se ha dicho mucho y, sorprendentemente, resulta que para decir no se necesita saber que hay formas de hacerlo para que se pueda seguir diciendo. ¿Qué viene entonces a ser lo que sucede aquí?

Si lo que se puede o no decir parte y está dado por el establecimiento de los principios, resulta que son estos los que, si algo diferente se quiere decir, tendrán que ser, al menos, cuestionados, ya que si no se los modifica, podría suceder que lo que de ellos ha emanado llegue a saturar al mismo decir, a detener su flujo, hasta que lo dicho y lo por decir, lo vivido y lo porvenir dejen de diferenciarse y ahora no sean más que un coágulo provocaría una embolia que llevaría a tener ese sentimiento tan desagradable de pretender querer decir-buscar algo cuando esa posibilidad está anulada por los principios a los que uno sigue estando sujeto. La desesperación surge entonces de la terquedad de querer encontrar en donde no puede haber, llámesele valentía o miopía.

Sin duda, resulta importante decir, pues decir es recorrer. Pero si el recorrido ya no se percibe como tal, tal vez no sea cosa de decir, sino de qué es lo que se dice y cómo. Y aquí es donde entra el fragmento del poema de Sabines, que abre con una pregunta que cuestiona el pacto impuesto por los principios invitando a su reformulación. La poesía, en este caso en prosa, es una pregunta, incluso se podría decir que un desmantelamiento del acuerdo inicial que instaura el orden que pretende -y lo hace- regirnos.

En griego, poiésis es un vocablo relacionado con la creación. Sin embargo, en Aristóteles aparece no ligado a la physis, a la materia, sino ligado a una techné, a un hacer dirigido por el conocimiento, logos, al que el hombre, al menos el ideal, se encuentra ligado. Y es aquí en donde toma todo su sentido el “NO PODER DECIR” no como una condición sino como una consecuencia que podría ser sorteada por el acto poiétiko que atañe a cuestionar ese contrato que, por efecto de alguna clausula en letras pequeñas, nos restringe a tomar lo que podría ser por estrictamente lo que se estipula que es, nos restringe a que una búsqueda quede trunca, a que un decir deje de poder decidir…

“¿Qué es el canto de los pájaros, Adán?”

La Soledad del No-Reconocimiento

“Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, no me queda más que desear en el día de mi ejecución la presencia de muchos espectadores que me acojan con gritos de odio.”

-“El Extranjero”, Albert Camus-


¿Extranjero?


Ser extranjero no es sino el hecho de ser incapaz de vincularse con determinadas situaciones y, por lo tanto, ser incapaz de reaccionar de la forma esperada ante ellas.

La condición humana, al romper de forma manifiesta con el lazo puramente biológico y abrir las posibilidades que permite la mediación por el símbolo, no hace sino suponer que lo que esa particular posibilidad le ha permitido ha de ser absolutamente necesario para todos los demás. Sin embargo, pruebas de sobra han puesto en aprietos a la posibilidad de lo humano tomada por lo necesariamente humano, algunas de ellas –las más nítidas al menos-, la locura, de forma negativa, y los supuestos de un deber ser –religión, ideología, filosofía- de forma positiva. Esta condición permitirá que cualquier explicación evidentemente discursiva pueda adquirir el valor de necesidad que devendrá en ley. Y toda ley supone un castigo. ¿Se puede burlar la ley? La respuesta será, de forma sorprendente, negativa, dado que lo único que puede ser burlado es a aquellos que la representan.

Ahora, ¿qué pasaría si nos encontráramos bajo el régimen de una ley que desconocemos? Sabemos que no existe ley necesaria, sino leyes que se ponen en acto. ¿Se podría existir bajo el régimen de una ley que no reconocemos como propia? La respuesta es sencilla pero las consecuencias pueden ser fatales ya que lo que hace adquirir a la ley su especificidad es la consecuencia de su no observancia. Hay que decir que el efecto del establecimiento de cualquier ley es la creación de un vínculo, otorgando de esta forma un carácter de pertenencia no sólo hacia algo o alguien, sino hacia el mismo estatuto de saberse en tal condición. Así mismo, se podría afirmar a modo de generalización que el ser humano es tal no por su propia condición sino por el vínculo que lo liga hacia otro algo mediante la ley: la cultura, desde este punto de vista, no es más que la consecuencia lógica del establecimiento y acatamiento de ciertas prescripciones.

Recordemos ahora el primer párrafo que encabeza la página y tratemos de llevar al límite la condición de lo que implicaría ser extranjero. Tenemos ya algunos elementos que podrían auxiliarnos para desplegar algunas consideraciones: la noción de ley que establece un vínculo de pertenencia entre quienes la observan; por otra parte, el castigo por incumplimiento. En este punto, es necesario incluir otro más para ampliar la comprensión de ambos: si bien la función de la ley es homogeneizar a través del vínculo, la realidad es que cada individuo se relaciona desde su propia existencia con esa ley, lo que supone que a pesar de la pretensión unificadora, la cualidad del vínculo será particular en cada caso. Algo más: se habló primero de un vínculo, con su respectivo castigo en caso de incumplimiento, con los demás; lo que no es lo mismo que la relación que cada uno guarda con la ley, lo que implicaría otro tipo de castigo, y es aquí en donde cobra importancia lo dicho anteriormente, a saber, que de la ley, del vínculo que establecemos con ella, no podemos escapar, pues somos producto de ella: podemos adoptarla, podemos oponernos, podemos tratar de engañarla y, por último, hacer caso omiso de ella. Lo curioso aquí es que, parece ser uno los atributos esenciales a toda ley, no importando la posición que frente a ella se tome, algo habrá de producir: sumisión bajo el miedo al castigo, trifulcas y quejas, fantaseo y mentira o resignación y desconocimiento. Sin duda habrá más variantes que en este momento no expreso, pero el nombrarlas y tratar de enumerarlas y pretender con ello abarcar su totalidad y total sistematización sería, como ya se dijo, un vano intento discursivo y aquí lo que se pretende es poder desplegar las posibilidades que este acercamiento es capaz de producir.

Se podría entonces tomar el vínculo en sus dos formas y cada uno con su respectiva consecuencia. Ahora, se puede observar que estos elementos que se desarrollaron a partir de la pregunta por lo que podría ser la característica esencial de lo extranjero son precisamente los que pueblan todo el relato que intenta personificar una condición. Esto es, un anonimato que no podría querer decir sino la disolución de la identidad y de la voluntad encarnada por el nombre propio: Sr. Mersault.


Extranjero para los Otros


El problema que en este punto más me interesa es observar cómo la posibilidad de lo humano es tomada como lo necesariamente humano a través de los que rodean al Sr. Mersault.

Desde un inicio podemos observar una actitud de Mersault que no dejará de repetirse a lo largo del relato: una actitud impasible frente a los diversos sucesos, que se podría parecer a un muro que no permite que lo que sucede detrás le afecte. Y es aquí en donde podemos observar la cualidad del vínculo, pues el Sr. Mersault actúa como si todo le fuese ajeno aún cuando no deje de participar de los hechos. Él va haciendo lo que puede y quiere sin violentar a los demás, y de ello varias pruebas que nos muestran que su voluntad se detiene si lo que busca excede el límite, no de lo que puede, sino de lo que él piensa que es estrictamente su asunto; por otra parte, sigue a los demás en lo que ellos quieren de él. Este hecho es la contraparte del vínculo, pues llegado cierto momento las personas que le rodean le exigen ciertos comportamientos y, al no recibirlos como respuestas adecuadas, es decir vinculadas de tal forma, comienzan a exigir de forma más desquiciada una respuesta que no les muestre el sin sentido de lo que ellos mismos viven. Curiosamente, dos de los episodios que más muestran esa condición se llevan a cabo con un policía, quien lleva la investigación del asesinato, y con un cura, quien ofrece la salvación a través del arrepentimiento. Ambos, exponentes de la ley.

Mersault, en su apatía e inmovilidad, si se le puede caracterizar de esta forma, no hace sino fungir como espejo de la verdadera condición de una ley: exigirá ser cumplida a toda costa y, al carecer del carácter de necesidad, no podrá sino intentar cumplirse no ya mediante el convencimiento sino por el uso de la violencia. Así, de pronto y sin fundamento otro que la exigencia de lo que debería de ser, es considerado como candidato para ser ejecutado. Este parece ser el castigo, la consecuencia, por evitar dar explicaciones y atenerse a los hechos. Y, destaquemos, no sólo frente a aquellos que le son adversos sino que la no reacción se extiende hasta el campo de lo que desea.

He aquí el mensaje aterrador que el Sr. Mersault transmite desde su impasibilidad y el que parece suscitar la ira que contra él se descarga: no importa querer o no querer; no importa haber sido feliz ni desdichado; no importa lo que ya ha sucedido y, mucho menos, lo que no. Nada importa: el mismo final nos espera, el silencio de la muerte.


Extranjero para Sí Mismo


Es cierto, en última instancia, lo que nos recuerda el Sr. Mersault es que todo nos conduce a la muerte. Sin embargo, ¿es esto suficiente para descargar una ola de ira sobre alguien? Me parece que el fundamento de tal despliegue de ira no es sino el producto de una alteración, cuya causa sí es el Sr. Mersault, pero que no se vincula solamente con la ley, sino que el lugar en donde se inflige la herida es en el vínculo que cada uno de los otros tenía con la ley, al parecer, uno apacible. ¿Qué sucedería si de pronto alguien nos viniera a mostrar lo mecánico de nuestras vidas y costumbres? Esa herida narcisista es la que desencadena la necesidad de acabar con aquello que la amenaza pues, muy en el fondo, le atribuimos a nuestra existencia un sentido trascendental que quizá no vaya nunca ha tener.

Pero de esta reacción, podemos extraer otro factor para tomar en consideración en lo tocante al vínculo particular que se tiene con la ley. Y se podría resumir de la siguiente forma: cuando el vínculo particular que nos liga a la ley se ve amenazado, surge la violencia, no importando la cualidad del vínculo.

Ahora cabe preguntarse: ¿es que acaso nada le importa al Sr. Mersault? Me parece que esto se encuentra lejos de ser verdad: no se puede huir de la ley y ésta busca la forma de, por lo menos, hacerse oír.

Dos hechos del libro nos informan que no todo le es indiferente, pero sobre todo, nos informan que al parecer el Sr. Mersault realizó un cambio respecto del vínculo que lo unía con la ley, con esa que sólo adquiere un valor en tanto que es él quien al fin y al cabo la encarna. Sabemos que a partir de un hecho nada trivial inicia el relato y que de ahí en adelante casi todo le parecerá indiferente. ¿Podríamos suponerle un pasado parecido, o el texto nos quiere indicar que fue a partir de ese suceso se realizó el cambió? Desde mi punto me vista, distintas situaciones nos indican que su indiferencia es consecuencia, al menos, de un suceso cercano o relacionado con la muerte de su madre.

A manera de ejemplo, usaré algunos fragmentos del relato que me parecieron concluyentes.

“Me quedé un poco sorprendido. Para mí, era una historia terminada y había venido sin pensarlo… Fue entonces cuando todo vaciló… Todo mis ser se tensó y mi mano se crispó sobre el revólver.”

Y, en efecto, ¿por qué regresa, qué es lo que lo motiva? Recordemos que al árabe que es muerto por el Sr. Mersault es el mismo que, de forma cobarde, ataca a Raymond, el reciente amigo –nunca es descrito de esta forma, pero es indudable que su compañía agrada a Mersault-, y le inflige dos heridas. Ahora, otros fragmentos, un poco anteriores al asesinato:

“El fuego del sol ardía en mis mejillas y sentía las gotas de sudor acumularse sobre mis cejas. Era el mismo sol del día que enterré a mamá y, como entonces, me dolía sobre todo la frente y todas sus venas batían a un tiempo bajo la piel. Esa quemadura que no podía soportar me hizo dar un paso hacia delante”

Si, como se pretende aquí, el cambio en la vinculación con la ley que establece Mersault es del tipo que la ignora, se podría decir que ese mismo hecho es el que le impide reconocer algo dentro de sí que, sin embargo, sucede y tan sucede que su forma de interpretarlo es recurrir a algo que parecería fortuito, pero que lo ha dejado de ser en tanto que es el símbolo de lo que de su ley ya no reconoce. Ese sol que quema, ese sol que lo hace dar un paso hacia delante y sin embargo es tomado al mismo tiempo como carente de sentido, esa quemadura, es la consecuencia del vínculo establecido con la ley.

“El símbolo de lo que de su ley ya no reconoce”, suena extraño. Pues al fin y al cabo, es una reacción que se vincula a dos experiencias que por lo menos tienen dos cosas en común: la madre, muerta y viviendo en un asilo desde hace tiempo además de la incapacidad del hijo por darle mejores condiciones; el amigo que, lastimado por una traición, no puede ser rescatado por el que tenía el revolver, justamente para evitar tal eventualidad. Otra situación parecería extraña, pues ambos eventos escapan de las manos de Mersault de la misma forma que se niega a participar, o a reconocer su participación, en tanto que se relaciona con otras personas. Él no puede ayudar a su madre debido a sus condiciones laborales; a Raymond lo hieren por distraerse en medio de la pelea: sin embargo, los dos hechos lo ligan, le reclaman, al menos su asistencia o pertinencia. No, claro, un reclamo como el de los otros, sino un reclamo desde su ley. Captamos aquí la herida narcisista que desemboca en violencia.

El símbolo de lo que su ley ya no reconoce, es decir, que no lo vincula, el verdadero sentido de lo extranjero se extrae, como sucede a menudo con las cuestiones que la vida impone, desde uno mismo: Nosce te Ipsum.

martes, diciembre 15, 2009

Del estreñimiento y las chelas mientras escribo

En estos tiempos con tantos temas al aire no sé qué escribir. Podría hablar de mi enojo, del desamor compulsivo, de alguna idiotez de la política, de cómo soy culpable de delitos que no cometí, del perro que me está mordiendo el pie... pero no, no tengo tema.

En mi afán por innovar, cada tema que toco queda exiliado, proscrito, ya no puede jamás volver. Porque lo que ya comenté sería repetición, porque lo que no he dicho ya alguien lo dijo, o si no, se me hace de lo más obvio e innecesario de mencionar, por lo que ya no lo escribo.

X_MALB lo dijo muy bien, es una especie de estreñimiento mental; primero era muy fácil cagar (escribir), salía todo muy bien, después se comía más fibra (leer) para hacer más y más. Un día empezó a salir menos, y ahora es comer y comer y comer fibra y nada sale.
Haré un ejercicio, sólo tengo tres chelas, me las tomaré de hidalgo una por una a ver qué va pasando.

Una chela después...

-Non serviam- me viene a la mente, "I will not serve", "No te serviré". Frase enunciada por Lucifer, adoptada por Stephen Daedalus en Portrait of the Artist as a Young Man. Frase muy necesaria de adoptar en estos días; negar y no servir más a todo lo que nos limita al aceptarlo, romper con los paradigmas, o ataduras, o creencias, o andaderas mentales, o necesidad de atención, o.... el perro me sigue mordiendo el pie.
No jugar más esos juegos enfermos que requerimos como vicio para sentirnos seguros, juegos que al no jugarse nos exilian de la sociedad, que nos provocan un síndrome de abstinencia en los primeros momentos. "Oh eres muy raro", -- Gracias por el cumplido, significa que no entiendes nada.

-Non serviam-


Otra chela después...

De las redes sociales y el exceso de información que atrofia y se vuelve vicio, pero la actualidad demanda la participación en ellas, con las consecuencias terribles que puede traer la tecnología traducida en informática de reducción de distancias mediante la interacción virtual de personas que encuentran más fácil desenvolverse en un ambiente menos personal, lo que deriva en un exceso de información acerca de los excesos de las personas.
Pensé en ese título para un próximo post.


Otra chela después...

¿Cómo le hago para que Mambo (Black Mambo) deje de morder mi pie? Tiene peluches, un hueso de plástico, pelotas que ha destruido (no las mías), carnazas, sin embargo prefiere morder mi pie. Aparte muerde como con pellizquitos que duelen mucho.
Le aviento su pato y se distrae, pero después de un rato vuelve a cumplir el plan de destruirme que maquina cada mañana.
Lo regaño para que deje de hacerlo, se aleja molesto, entonces se sienta frente a mí y me empieza a gritar cosas que no comprendo, pero sin duda me está increpando.
Ya no hay chelas, buenas noches.

miércoles, diciembre 09, 2009

Lunes o martes (2)

Ya sé, prometí escribir el lunes o martes de cada semana, ahí voy ahorita publico algo, aunque sea un poquito tarde.

martes, diciembre 01, 2009

Lunes o Martes

Hay severos problemas con el blog y sus miembros, lo cual explica y excusa su abandono.
Según me informan, El gato hijo de puta fue atropellado y al parecer muerto, lo cuál me da mucho gusto:




Por otro lado X_MALB... pues... también fue atropellado:





Pero parece que se está recuperando satisfactoriamente.

Es por esto que en un intento por retomar el blog via disciplina, me he impuesto escribir todas las semanas, ya sea lunes o martes (como se me acomode mejor), acerca de temas de interés para nuestros -6 lectores y miembros atropellados.

Pero los temas de interés tienen que estar un poco de moda, así que si las fotos de los miembros del blog atropelladas no fueron lo suficientemente asquerosas, ahora hablaré un poco de Juanito.

Un cuento de... Juanito

En la primaria "Iztapalapalandia", había una vez un niño llamado Rafael, pero todos lo llamaban Juanito, porque en su equipo de futbol casi todos se llamaban Juan, y pues qué flojera llamarlo por su verdadero nombre.
Siempre portando una banda en la cabeza con su apodo escrito, Juanito era todo un personaje, pues había salido en las obras de teatro de la escuela (obras medio ficheras), había sido vendedor ambulante (vendía dulces de un lugar a otro en el patio de la escuela), también le dio en una época por encuerarse en el salón y después se volvió el maloso del colegio al golpear a los demás niños para que le entregaran su "lunch".
Pero lo que más le gustaba al niño Juanito era ver en la televisión a Sammy, del cual era admirador y de quien copiaba su ininteligible forma de hablar.

Un buen mal día Juanito le prometió a Andresito, un compañero tabasqueño al que le da por confiar en las personas menos confiables, que si ganaba la elección de "niño-delegado del salón", le cedería su lugar a Clarita, a quién Silvita le había quitado la candidatura porque su novio era amigo de la directora.
Silvita era novia de René, quien se juntaba en el recreo con los "Chuchos" y quien ya había sido antes delegado, por lo que ayudaba a Silvita a quedarse con el puesto.

Por cierto, Juanito era un niño muy burro con malas calificaciones y el puesto de delegado estudiantil sólo se le daba a niños aplicados, por lo que era necesario que cediera su lugar en su momento.

Juanito ganó la elección y se le apareció un muy pequeño duende pelón y de lentes que le dijo que no fue por el apoyo de Andresito sino porque Juanito era muy chingón, así que no debía darle el lugar a Clarita. El muy pequeño duende le prometió un XBOX si se quedaba con el puesto, y Juanito seducido por tener lo que nunca había tenido (y creer ser muy chingón), le hizo caso al muy pequeño duende y amenazó con tomar el puesto estudiantil.

Pero Marcelito, el jefe estudiantil de la primaria, habló con Juanito unos 30 minutos (no se sabe de qué) y lo convenció de que estaba enfermo del corazón y por eso debía cederle el lugar a Clarita, por lo que pidió un permiso para ausentarse de la escuela 59 días por motivos de salud.

Eso molestó mucho al muy pequeño duende pelón y de lentes que siguió convenciendo a Juanito con crayolas y videojuegos (o lo que sea que a los niños de hoy les guste) para que antes del día 60 volviera a la escuela y le quitara a Clarita el lugar de delegada de los alumnos.
Y así fue, otro buen mal día Juanito (creyéndose más chingón todavía) se metió por la ventana al salón de la escuela y junto con sus amigos pesaditos tomó el lugar de Clarita.

Ahora en el salón de Juanito nadie puede tomar clase por el relajo que hay... y el muy pequeño duende pelón y de lentes se ríe.

jueves, julio 23, 2009

Memoria minuitor

En fechas recientes X_MALB me prestó el libro "El Tunel" de Ernesto Sabato. Al recibirlo lo examiné y le comenté que yo ya había leído algo de Sabato pero no me acordaba de qué era; X_MALB mencionó algunas obras, pero no recordé ninguna.

Comencé a leer la novela y se manifestó en mí una nueva habilidad... algo extraño sucedía, sentía como si adquiriera los poderes de clarividencia de Yoda o de Madame Sassú (o como se escriba). ¡Obtuve poderes proféticos en la lectura de la novela!
Como si de un -deja vu- se tratase sabía que Castel iba a seguir a María al edificio donde entraría al elevador.
Me encontraba sorprendido por mis nuevos superpoderes, imaginaba probarlos en otros ámbitos de mi vida; abrir una línea de Madame Kronos, hablar anteponiendo los sustantivos y adjetivos a los artículos, adivinar los acertijos de Chabelo... en fin, muchísimas cosas increibles.

Pero seguí leyendo e hice un terrible descubrimiento... nunca tuve poderes proféticos. Ya había leído esa novela, por ello comenté a X_MALB que ya había leído algo de Sabato. Por eso hasta conocía el final. El problema era que se me había olvidado que lo había hecho... y sólo habían pasado menos de 2 años.

Mi super poder se convirtió en super popó y me preocupó un poco el deteriorado estado de mi memoria... hasta que se me olvidó.

"Las preocupaciones y el hipo se erradican con el olvido"

Es por eso que casi no escribimos en el blog, porque se nos olvida. Si yo estoy comenzando a padecer de lagunas mentales, X_MALB tiene como océanos mentales.

Pero cada vez que nos acordemos escribiremos.

En fechas recientes X_MALB me prestó el libro "El Tunel" de Ernesto Sabato. Al recibirlo lo examiné y le comenté que yo ya había leído algo de Sabato pero no me acordaba de qué era; X_MALB mencionó algunas obras, pero no recordé ninguna.

Comencé a leer la novela y se manifestó en mi una nueva habilidad... algo extraño sucedía, sentía como si adquiriera los poderes de clarividencia de Yoda o de Madame Sassú (o como se escriba). ¡Obtuve poderes proféticos en la lectura de la novela!
Como si de un -deja vu- se tratase sabía que Castel iba a seguir a María al edificio ... ¡CARAJO!.



lunes, mayo 18, 2009

De los exabruptos del gato hijo de puta

Lamentablemente, un miembro del staff, que se hace llamar "El Gato Hijo de Puta", publica posts en este blog que siempre agreden a alguien, con un lenguaje soez y atropellado. Estos posts siempre son acompañados por un autoretrato del momento en que escribe dicho felino bastardo, mostrándolo como un ser inestable de varios colores con tendencias violentas y alcohólicas.

Muchos lectores (bueno, dos o tres personas a lo mucho... que en realidad sí son un gran número de lectores para este blog que nadie lee) nos han preguntado sobre el porqué del comportamiento tan virulento (en estos tiempos modernos es el comportamiento correcto y de moda) del gato, que es, hijo de puta y también de porqué escribe en este blog. He aquí unas teorías.

Teorías de porqué escribe en el blog:

1. Nos compró un six de cervezas en alguna ocasión.


2. Nos pareció gracioso su aspecto:


3. Su hermana es Megan Fox.



Teorías del porqué de su comportamiento tan agresivo
:

1. Es un supervillano que salía en los Thundercats


2. Siempre que escribe se encuentra severamente alcoholizado con whisky, mezcal, tequila, licor de higo, Jaggermeister, ron y cerveza (todas las bebidas en dosis mortales para elefantes), lo que lo pone en una especie de trance en el cual se inspira a escribir en contra de alguien. Durante este trance la cara se le pone pálida, los ojos se le irritan y cambia de colores (como si hubiera agarrado una estrellita en Mario Bros.).


3. Tiene una piña metida en el culo que no se puede sacar y eso lo pone muuuy de malas.


4. Es hijo de puta:




Invitamos a los lectores, si tienen una nueva teoría, que nos la compartan.


UPDATE:
Un amigo lector amablemente nos ha hecho llegar la siguiente teoría:

- Logró escapar de la botella y por eso está tan encabronado:

miércoles, mayo 06, 2009

De Mis Huevos a Tu Boca... O Bucake



Oh lectoes inexistentes!

Recientemente he leido un blog de mierda. Pues mierda ha de ser aquél que lo escribió. ¡Desde entonces, he estado planeando la mejor forma de hacerle entender, con las más distinguidas leperadas que conozco, cúan, oh, cuán pendejo es eh!

"De mi mano a tus ojos" se llama el blog (entendiéndose por ojos unos huevos y por manos la boca del cabrón que lo escribió) y según lo que leí habla de muchas pendejadas tales como piropos a una tal perla catalán, que según recuerdo en mis andanzas en el cine Teresa, es una mujer de curvas inexistentes y planicies abundantes; lépera y fea como la puta que parió al autor del blog, probablemente hija de la misma pero producto de la semilla transgénica de un marinero ebrio del tres veces H puerto de Veracruz (venía de combo con unas "palomitas"). Ha de seguir siendo muy puta -putísima- y fea como la chingada.

Antes de proceder quiero también comentar sobre la autodescripción que se da el mojón que tiene por autor dicho blog (es decir aquél que es hermano de la puta -putísima- que se enfunda misma que es hija de la misma puta que parió a aquel (du bist eine nutte) y de popeye y de alguién más, con certeza), que dice algo como: "que es puto y tiene 27 años y que está a dieta y es puto -putísimo-".

La sola idea de pretender poder almacenar la cantidad de información que guarda la gran, oh, gran cabeza del AMO Y SEÑOR DE TODAS LAS CIENCIAS HABIDAS Y POR HABER EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO lo denuncia, además de como lo pendejo y puto, etc., etc., etc., que es eh!, decía, como un lame huevos con el cerebro de sus huevos de pasa...

Total, si me lees, chinga tu madre...

Y a los no-lectores, huevos si no me leen.

Atentamente enemigable vecino -he estado leyendo al espaiderman-, el Gato Hijo de Puta

PD. victor montaño, chingas a su madre

domingo, abril 26, 2009

Un relato de Influenza

Aprovechandonos siempre de los temas de moda, he aquí un relato sobre la influenza porcina:


Nicolás se levantó un poco tarde la mañana del pasado sábado (checar la fecha del post), sintiéndose muy mal. No se quería levantar, pero lo hizo solamente porque tenía muchas ganas de ir al baño (a hacer del 1), donde al mirarse al espejo vio su rostro con un semblante terrible, como si su dolor de cabeza se pudiera ver reflejado. Esto lo asustó un poco, ya que el día anterior supo que se cancelaron las clases y que probablemente eso se extendería durante la semana siguiente (pensó que era una lástima que no lo hicieran en su trabajo para poderse tomar unas vacaciones); había un brote de influenza porcina que se extendía rápidamente y él podía ser una nueva víctima. Algo le decía que no sería un sábado normal.

El joven Nicolás vivía solo en un departamento cercano a la zona de Copilco en la ciudad de México, tenía 28 años y un trabajo como supervisor de cobranzas en un "Call Center" (dejemos de lado la paga, en estos tiempos de crisis el sólo hecho de tener un trabajo es suficiente). Era una persona que rara vez se enfermaba, a pesar de ello, a partir de la noticia del brote de la cochinfluenza estaba muy preocupado debido a lo contagioso que decían que era y también por haber visto a las personas en las calles con tapaboca. También la noche anterior en la reunión que tuvo con sus amigos la enfermedad fue el tema principal de conversación. Todo esto y otras cosas le hacían pensar que era un asunto serio y peligroso.

Pero volviendo al relato de aquella mañana sabatina, no sólo sentía un fuerte dolor de cabeza sino que además le dolían las articulaciones, le ardía un poco la garganta, tenía los ojos irritados y flojera de todo. Si fuese por él se quedaría postrado en la cama, pero había algo que no se lo permitía, y era esa enorme preocupación que sentía al creer que había sido contagiado de la súper gripe.
Esto lo llevó a buscar información acerca de los síntomas del virus en internet (como es correcto en el siglo XXI).
Primero se metió a buscar información en la página del diario "El Universal" donde descubrió que había aumentado ya el número de muertos y de contagiados, lo que le hizo sentir un frío que le subió por la columna hasta encontrarse con su adolorida cabeza; su miedo se acrecentó al pensar en que era posible que muriese. Inmediatamente pensó en hablarle a su Tía Lupe, que lo crió junto con sus hermanos Maximiliano y Juan Pablo, ya que a ella recurría siempre que tenía problemas. Pero no quería espantarla, aun no, tenía que confirmar primero su condición.
Continuó su navegación por internet hasta que encontró un artículo que entre otras cosas contenía la descripción de los síntomas de la -Influenza Porcina-. Su rostro se tornó blanco al leerlo, su corazón latía rápidamente aterrorizado al ver la confirmación de su autodiagnóstico; al pie de la letra decía lo siguiente de los síntomas de esta temible gripe: "La enfermedad se manifiesta con fiebre, dolor de cabeza, dolor intenso de músculos y articulaciones, cansancio excesivo, lagrimeo, dolor de garganta y tos."

Era como si Nicolás acabara de leer su sentencia de muerte. Él tenía todos los síntomas que se podían leer en el artículo. En ese momento tosió, lo cual fue como la exhalación de su propio epitafio, eso confirmaba que no tenía salvación y había que tomar medidas inmediatamente.

A unas cuantas cuadras de su departamento se encuentra un centro de salud (sic) al cual se dirigió sin dudar a pesar del malestar que lo aquejaba. Se puso un paliacate que le cubriera la boca para no contagiar la muerte a otras personas y caminó lo más rápido que su condición le permitía. El Sol brillaba muy fuerte y esto le molestaba, así que llevó una gorra. En otras circunstancias las personas lo hubieran creído asaltante por su improvisado disfraz facial, pero con la potencial epidemia lo veían normal y triste.
Al llegar, Nicolás vio sorprendido el gran número de personas que se encontraban ahí esperando ser atendidos, todos con tapabocas y como él, con la presunta sentencia de muerte en el rostro.
Desesperado buscaba a alguien que lo pudiera atender entre tantas personas, hasta que alcanzó a ver a una enfermera que se aproximaba esquivando uno a uno a los miembros del gentío. Cuando ella quedó a su alcance, Nicolás la tomó del brazo y le dijo que él tenía los síntomas, que si lo podían ayudar. La enfermera hizo un gesto de molestia frunciendo la nariz que apenas se veía con el tapabocas que usaba, como cuando olemos algo desagradable, y ésta le dijo que esperara un momento y que se anotara en "la lista de la mesa". Zafando su brazo con un movimiento siguió su camino hasta llegar a una habitación.

En ese momento de abandono provisional Nicolás sacó su celular y le marcó a su Tía Lupe para darle la fatal noticia. Ésta, que era de carácter rígido, no quebró su voz en ningún momento de la conversación, aunque por dentro la corroía la angustia. Le dijo que la esperara, que ya iba en camino (ella vive por Ciudad Satélite, así que le iba a tomar un rato llegar).

Pasados unos 45 minutos en los cuales le dieron un tapabocas de verdad, Nicolás, que ya se había anotado escuchó que lo llamaron y la misma enfermera que éste detuvo hacía unos momentos lo llevó a un pequeño cubículo que tenía una cortina corrediza al frente, en el que le dieron una hoja para que llenase y explicase sus síntomas, y a su vez le tomasen una muestra de sangre. Estaba tan consternado que no dijo una sola palabra cuando le dijeron que llenara la forma, ni se quejó cuando la enfermera le tomó la muestra de sangre. En la forma palomeó todos los síntomas que sufría, aunque ya le dolía un poco menos la garganta y casi no tosía. Procedió a entregarle la forma a la enfermera y ésta antes de retirarse le dijo que esperara sentado, que en cualquier momento pasaría el doctor a verlo.

Fueron los 15 minutos más largos de su vida y sin embargo todo le parecía que había pasado muy rápido desde que se levantó esa mañana sintiéndose tan mal. Lo que hasta ese día era una vida normal que disfrutaba con su familia y amigos parecía que llegaba a su fin.
Pasado ese cuarto de hora, entró el doctor leyendo pensativo la forma que había llenado Nicolás, lo volteó a ver de reojo y regresó la vista a la hoja. Nadie decía palabra alguna. El corazón de Nicolás latía aceleradamente esperando el terrible momento en que ese silencio se rompiese, momento que definiría el resto de su existencia y la duración de la misma.

El galeno volteó a ver a Nicolás, y comenzó a abrir la boca bajo el tapabocas para decir algo. Era el momento...
El doctor preguntó: ¿Ingirió bebidas alcohólicas anoche?
Nicolás contestó: "Sí, en grande, como los campeones, ¿Por qué lo pregunta?"