La Percepción como Fundamento
¿Qué es lo representable? Para la reflexión y el saber analítico, sería lo reductible. Pero nada se deja agotar por reducción, por más que se trate de atacarlo y de destruirlo. Siempre queda alguna residual.
-Henri Lefebvre-
Con los conceptos de forma y estilo podemos entonces generar conceptos de las llamadas ciencias de la cultura... ¿Pero qué criterio se ha gobernar tal elaboración? Cassirer elabora el fundamento jurídico de sus conceptos basándose en el momento mismo de la percepción. Esto no ha de sorprender, pues como ya se había comentado en la publicación anterior, el concepto de forma, relacionado directamente con el desarrollo de una estética, juega un papel de primacía, digamos, frente al papel de estilo. Aún más, si recordamos que Cassirer funda su corpus teórico en el pensamiento kantiano, podremos apreciar el uso del concepto de estética trascendental, una estética que está más allá y más acá del juicio, aspecto también comentado en la publicación anterior.
Entonces, Cassirer fundamenta de ésta forma la elaboración de nuevos conceptos: en la fenomenología de la percepción se pueden verificar tres instancias: el yo, el tú y el ello. Nada que ver con conceptos psicoanalíticos, cabe aclarar. Cassirer nos dice que mientras las ciencias naturales se ocupan del ello, de lo impersonal que hay en el momento de la percepción, las humanidades no pueden realizarlo al mismo nivel, por lo que se vuelcan al tú, al “alter ego”. El yo es el punto central de este movimiento dialéctico pues es el que da testimonio de la experiencia. Así, mientras el ello es lo impersonal, lo que no tiene una relación homológica con el yo, el tú es otro yo. Y he aquí lo más importante, que se puede observar desde otro punto de vista en la dialéctica del amo y del esclavo en Hegel, es decir, que para la constitución de un yo se vuelve imprescindible la presencia de un tú que le reconozca como tal, un tú que comprenda y que comparta. En este reconocimiento entre el yo y el tú y viceversa se funda la experiencia estética, pues las características que encontremos en ésta relación determinarán las formas de relación que se establezcan con, por ejemplo, las obras de arte, la literatura e incluso los ritos religiosos.
Así, de esta pequeña fenomenología de la percepción, se obtienen las bases para fundar los conceptos; no son las instancias separadas, el yo y el tú, de donde se sacan consecuencias, sino de su relación, de la cualidad de su relación, en donde se expresa la forma y el estilo.
Volvamos al ejemplo del dije: se establece una relación no sólo con el dije, como ya dije –dispénsenme el mal humor... de malo, por supuesto-, sino también con el sentimiento de pertenencia que éste implica. Además, el pertenecer obedece a ciertas formas, rituales o no: será el ayuno, será el ayuno hasta el matrimonio, etc.
Ahora que lo pienso, y ya para terminar, este pequeño esbozo del pensamiento de Cassirer me deja algunas interrogantes, como por ejemplo la viabilidad y los alcances reales de la aplicación del método. Dudas que puedan aclarar las mías, serán por supuesto bienvenidas.
Agradecería – y agradezco- más comentarios, e incluso intentos por aplicar el método a cualquier objeto, como aquí se ha intentado, aunque de forma parcial.
Espero para la siguiente publicación poder realizar este tipo de ejercicio.